Del psicoanálisis a la literatura, ficción de un encuentro.
La relación entre el psicoanálisis y la literatura es diversa y heterogénea, y tampoco puede pensarse de manera unidireccional. En este caso quiero contarles de una experiencia que fue del psicoanálisis a la literatura.
Por aquel entonces masticaba la idea de toda una dimensión ficcional en la práctica del psicoanálisis, y cuando digo ficcional no me refiero en absoluto a la contracara ingenua –y casi del sentido común– de la verdad. Es decir, no se trata de la oposición entre la verdad y la ficción –dejando a esta última coqueteando con la falsedad– sino que, sostenido en la noción de la verosimilitud (es decir, que toda construcción es ficcional, y entonces toda construcción es más o menos verosímil) abordé a una premisa ética: vivimos en un mundo de ficciones, creamos ficciones y creemos ficciones. Esto de ninguna manera es algo peyorativo ni mucho menos. Por el contrario, que la vida sea una ficción permite justamente que la existencia no sea un calvario. Posiblemente sea esta la posición ética que me permitió pensar que en un psicoanálisis alguien tiene la posibilidad de escribir su historia. Y digo escribir porque entiendo que, el paso que da lugar al recuerdo, y de allí, el pasaje del recuerdo a la historia, supone capturar el decir bajo un nuevo escribiente. De ahí que se trata de la posibilidad de una escritura y no una re-escritura.
Pensemos en esto: si alguien en el transcurso de las sesiones recuerda algo (sea un sueño de hace tiempo, un acontecimiento sobre el que tiene dudas, una experiencia de la infancia o incluso algún evento reciente) eso que antes no se sabía que sabía, ahora, no solo se sabe, sino que se sabe que fue olvidado. Entonces, tenemos la posibilidad de interrogar por todo lo que implica el recuerdo en sí mismo y sus conexiones en la historia conocida, como así también explorar por el sentido mismo de haberse olvidado. Dicho de otra manera, ¿qué dice, que en esa historia, ese fragmento haya sido censurado?
Bajo esta simple óptica, no existe posibilidad, a mi entender, de que el trabajo ficcional en el psicoanálisis sea de una re-escritura, porque no solo que no contamos con el mismo material narrativo, sino que hay un trabajo más sutil y fundamental que es una escritura tangente de la posición de aquel que narra respecto de su propia narración y de sus propios olvidos (ahora recordados).
Algunas de esas cosas pensaba en aquel entonces cuando tuve la siguiente ocurrencia, que siempre tiene el efecto de sentirse extraña, ajena, ¡excitante!:
“¿Y si los personajes de una novela supieran que son personajes de una historia escrita por otro?”
Esa pregunta funcionó como premisa, porque de ahí explotó en mí la idea de “Un mundo de novela”. Dos protagonistas, dos personajes de una novela que está escribiendo otro personaje que se llama Máximo Weber. Ambas, Celia y Verónica, no solo saben que son personajes de Weber, sino que saben –sin saber cómo– que el argumento ideado por Weber culmina sus muertes. Celia y Verónica no quieren morir, pero ¿qué posibilidad tienen de escaparse de los hilos dorados que las atrapan cuando son narradas por Weber?
En este punto hay algo crucial que hace estallar las posibilidades de un futuro maravillosamente incierto, y eso es el saber. Ningún otro personaje más que ellas sabe de su condición de personaje, y por ello el argumento es eficaz. Celia y Verónica saben; saben que son escritas y saben cuándo no están siendo escritas. Aquí, como en un psicoanálisis, saber o no saber la verdad de cada cual, es determinante en la sucesión de los acontecimientos.
Esta fue la anécdota de una dirección distinta, un caso de inseminación inversa, de infección que el psicoanálisis hizo en mi práctica literaria. Seguramente haya habido más, seguramente los roces y los contactos entre ambos campos sean recursivos, de infección mutua. El asunto aquí fue ficcionar uno que pude reconocer.
Sinopsis de “Un mundo de novela” – por Ernesto Gallo
Los mundos posibles y las infinitas posibilidades del destino se tejen en esta historia con hilos que están a la vista de algunos de los personajes. Celia y Verónica, las protagonistas, dudan acerca de sí mismas y cada una se pregunta si su vida es la narración escrita por otro. Juntas deciden emprender la aventura para descifrar el enigma, con el objetivo de tomar las riendas de su futuro.
Una novela dentro de otra novela, avanzan como rutas paralelas hasta que los espacios se empiezan a trastocar uno con el otro y los caminos se cruzan.
Editado por Punto Final Ediciones
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