La memoria no se mancha | Nahuel Juárez

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«Hay que defender siempre lo que uno siente, y lo que sentimos los argentinos hoy, es la democracia».
Diego A. Maradona.


Hace tiempo que le estoy dando vueltas a ese algo que tiene Diego (Maradona) que toca mis fibras más sensibles, y no solo en el fútbol. Ese algo que Messi no tiene. No hablo de títulos, gambetas, estadísticas o habilidades, me refiero a la conexión. Hay algo en Diego que rompe la barrera de la cuarta pared (nos referimos a él por su nombre y a Messi por su apellido). Algo que lo vuelve cercano, familiar, íntimo. No es su historia de vida: la del pibe de la villa que alcanzó la cima del mundo. No es eso. O no es solo eso. O podría ser: además de eso. Además de la sonrisa, del carisma, de lo vulgar, de lo mundano, de lo místico o lo mítico, del deseo, de lo alcanzable, de la caída. Creo saber qué es lo que me acerca a Diego y no así a Messi. Esta es mi hipótesis: es la memoria, es el sentido de pertenencia.

“Me voy a vivir a mí país, a donde nací. Les agradezco a los italianos, a los napolitanos, vendré de vacaciones, pero a mí país no lo cambio por ninguno del mundo”. Diego A. Maradona.


Son incontables las veces que hemos escuchado a Diego (recuerdo una vez de Messi en la campaña organizada por Maradona para las Abuelas de Plaza de Mayo) revelándose y enfrentándose al Estado o al Poder de turno cabe para todo organismo o institución–, como lo fue en su momento, a plena luz del día, a través de una cámara, diciéndoles (a ellos, en el poder) y diciéndonos (a nosotros, el pueblo) que tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados. A muerte estoy con los jubilados, dijo, porque lo que les hacen es una vergüenza. Sin embargo, no es esta la cita o la lucha que respaldará mi hipótesis, sino que, evocar a ese Diego que mostraba su efusividad, con naturalidad, frente a las cámaras, es el mismo Diego, con el mismo tono e ímpetu, que implementaría la palabra como mecanismo de memoria, utilizando las cámaras y al periodismo, como una herramienta contra el olvido.

“Él (Diego) arengó a los periodistas que estaban en una tribuna, en la manera como a él le gustaba, que ayuden a estas mujeres (las Abuelas) que están luchando para encontrar a sus hijos y a sus nietos. ¿Qué hacen que no hablan? (Periodistas) Les dijo fuertemente y con una palabra dura. Colaboren, sigan la verdad, no oculten”. Estela de Carlotto contando una anécdota de Diego.

Yo soy o blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida, dijo Diego, quien, tiempo después, en una entrevista de TyC Sports, respondería a la pregunta de cuál había sido su mayor rebeldía contra el poder, a la que respondió: “Los militares seguramente. No me cabieron, no me caben, ni me caberán jamás, porque nos mataron a treinta mil.” Es el mismo Diego que celebró la vuelta a la democracia con el triunfo de Alfonsín. El que no le perdonaría nunca, a Menem, el que haya indultado a los militares.“… por las madres de todos los chicos que desaparecieron”.  El mismo Diego que estuvo de acuerdo, años después, con el futbolista holandés Johan Cruyff por haber rechazado jugar el mundial del 78 en Argentina, ya que el país estaba atravesando y sufriendo la más cruel y sangrienta dictadura militar. El Diego que, en conferencia de prensa, rechazó la palabra proceso porque le sonaba a Videla, a Galtieri. Los hechos que en este párrafo les comparto no aparecen en orden cronológico, respetando la evocación de los recuerdos, azarosos y de asociación libre. En cambio, sí hablan del mismo país y del mismo suceso, respetado la memoria, en contra del olvido.


“Creo en la justicia social, y creo en que todos tenemos derecho a vivir”. Diego A. Maradona.


Me encantaría poder transmitirles la sensación que me transmitía Diego cada vez que lo escuchaba hablar: me estaba hablando a mí. Quería contarme algo. Algo que alguien más no quería que yo supiera. Quizás por la manera en que decía las cosas, como si las palabras que soltaba su boca no tuvieran peso ni consecuencia. O por la efusividad de cada acto sin importar quién estuviera en la vereda de enfrente. O, simplemente, porque las decía sin miedo. «Creo que tengo el derecho a hablar de todo. Ya estuvimos bastante callados con los militares”, dijo, lo escuché, y le creí. Porque me transmitió convencido, creyendo en ello, durante toda su vida, lo importante que es para el pueblo argentino la reivindicación de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo que pelean por la Memoria, la Verdad y la Justicia. No digo ni afirmo que Messi nunca las haya nombrado o que no esté de acuerdo con las Abuelas, lo que digo y planteo es que Diego, abrazándome y señalándomelas con su voz cercana, logró que lo escuche, que me conmueva y que escriba estas líneas.

Soy Nahuel Juárez, nací en Baradero pero vivo en Rosario desde el 2009. Estudio Periodismo y participo en el Taller Alma Maritano de escritura creativa coordinado por el escritor Pablo Colacrai.
En 2016 publiqué mi primer y único libro Sería ser, editado por Escritor de la Legua. En el 2019 formé parte de la Antología Literatura en Flor, Rosario.
He llegado a instancias finales del Premio Itaú Cuento Digital, categoría General (2019-2022). También fui premiado en el IV Certamen Literario Osvaldo Bayer “Historias de Malvinas” 2022.
Algunos de mis cuentos fueron publicados en revistas digitales y en la actualidad realizo colaboraciones en la Revista MU de Lavaca.

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Una respuesta

  1. Silvia Astuni
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    Gran texto Nahue!!!

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