Decía Emile Durkheim, quien creía en una mentada objetividad de los sociólogos con respecto a su objeto de estudio, que los “hechos sociales” debían para tal fin ser tratados como “cosas”. Un hecho social se trataba entonces para este teórico de un fenómeno en el que estaban involucradas “más de dos personas”, es decir: el estatuto de social estaba ya dado por la aparición de una tercera persona física. No terceridad normativa ni psicológica. Metáforas aparte. Tres personas ya constituían un hecho social según esta óptica. Entonces yo he pensado en los siguientes sucesos como constituyendo hechos sociales: gente charlando sin barbijo en la vereda, noticieros con conductores sin barbijo y que no respetan la distancia social, tres personas que emplean a esas personas, tres personas diciéndose “privadas de libertad” porque no pueden salir sin barbijo, “tres personas hablando de “infectadura”. Tres personas ahora sí, imaginarias, (ya las imagino), dicen que el virus no existe, critican al gobierno de Alberto, critican a Mayra por cómo se viste, sin saber que la critican porque es mujer, aún es así, tristemente. Tres personas dicen de Larreta, Larrata. Tres personas dicen que vuelva Macri, tres personas se ríen, tres personas quieren que explote todo porque dicen que total no vale tanto la pena nada. Tres personas dicen que vuelva la dictadura siempre, tres personas desconocen qué ha sido la dictadura, tres personas dicen que Patricia Bullrich es una gorila. Tres personas dicen que este país es un desastre que quieren irse, tres personas no ven a su familia pero antes tampoco la veían, tres personas no tienen familia, tres personas no creen en la adopción, tres personas condenan a los gays. Tres personas dicen que todo se ha llenado de negros, tres personas dicen que el presente es mejor, tres personas se han mudado a countries porque se ha llenado todo de negros y el mundo ha cambiado. Tres personas dicen que el virus no ha cambiado al mundo. Tres personas dicen que los negros lo han hecho, tres personas apoyan a un presidente racista. Tres personas piensan en morir. Tres personas se dan cuenta que sus vidas no tienen sentido. Tres personas ni siquiera sienten furia. Tres personas quieren esquiar en Chapelco, tres personas creen que se habla desde la “envidia” a un consumo que históricamente se asociaba a una clase portadora de cierto status. Tres personas niegan, tres personas proyectan. Tres personas protestan, tres personas contestan que eso en realidad es un simplismo. Tres personas les importa un carajo, ni escriben, ni leen, se aburren. Tres personas no saben que en realidad no es que se aburran, en realidad se angustian pero no pueden siquiera verlo porque de eso se trata la negación. Tres personas han perdido a un ser querido de una forma de violenta, tres personas dicen que eso es un trauma, tres personas dicen que no para eso no hay receta. A otras tres personas les importa un carajo. Tres personas cuentan su jubilación de privilegio y siguen pensando en cómo manipular gente. Tres personas enloquecen, tres personas inician una terapia, tres personas no pueden sostenerla más. Tres personas creían que eran una persona antes y ahora que se juega el juego la persona que ven no les gusta y se enojan y hablan de otras personas como científicos sociales. Tres personas son personal de salud, tres personas son su familia, tres personas quieren que todo vuelva a la normalidad y viajar a Miami, tres personas piensan que eso es una tontería, tres personas se cuentan entre las tres personas. Tres personas no.
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