algunas verdades, ejercicios básicos / roque farrán

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Después de haber recorrido cierto trayecto en la vida, con experiencias de diversa intensidad, encuentros y desencuentros, demasiadas horas de lectura y estudio, escritura y prueba, error y errancia, títulos y antecedentes; hay un momento en que uno puede decir qué es lo que le permite orientarse en el mundo, por más caótico y cambiante que sea. Se puede explicar, contextualizar, discutir indefinidamente, pero hay un punto ineludible donde tenemos que proponer -si nos autorizamos y deseamos- ejercicios y prácticas de transformación concreta en torno a algunas verdades que nos constituyen. Para mí, hay al menos tres verdades fundamentales en torno a las cuales me ejercito e interpelo: verdades ontológicas, históricas y éticas. Las comparto sin ninguna obligación de seguirlas, aunque ellas abren a la serie de ejercicios propuestos.

1. Verdad ontológica: Todo lo que hay es parte de la misma sustancia infinita, pura multiplicidad que se combina y transforma según distintas temporalidades, atributos, modos; aquí la eternidad es la cifra de la perseverancia singular en relación al conjunto entrelazado, no la duración indefinida; esta planta que se ha adaptado a la penumbra del escritorio, los libros que reposan en la biblioteca, el gato que pasa maullando entre las piernas, yo mismo que tecleo estas breves palabras, el planeta tierra que gira en torno al sol, o el conjunto infinito de estrellas que se expanden como luciérnagas muertas.

2. Verdad histórica: Toda sociedad humana posee fracciones de clase en pugna que buscan explotar y dominar a otras para su beneficio, la lucha de clases o el antagonismo social son irreductibles y se manifiestan de distintas formas (o mecanismos de poder) en las diversas prácticas e instancias que hacen al todo social más o menos complejo en el que estamos; por ende, en cada punto del espacio social nos toca leer y decidir de qué lado de la lucha nos ubicamos; lo vemos reproducirse en el consorcio del edificio que habitamos, en la cátedra universitaria en que nos formamos, en los medios de comunicación que consumimos a diario, la empresa en que trabajamos o las finanzas que detestamos.

3. Verdad ética: Todo sujeto se constituye activamente a partir de la relación que puede establecer consigo mismo en virtud de diversas afecciones y determinaciones que le anteceden, es decir, no hay identidad originaria o voluntad pura, sino modos de prestar atención y cuidar de sí en función de cada cosa que se presenta, seleccionando y probando qué aumenta o disminuye la potencia de obrar, sentir, pensar, perseverar en la existencia, y qué no; no hay que obedecer ningún mandato, norma o precepto que no sea conveniente para la propia constitución, incluso si manda a gozar, ser feliz o pensar críticamente.

Propongo entonces que, en lugar de hablar del yo, el individuo, la consciencia o incluso el sí mismo, pensemos en términos de relación consigo mismo. En primer lugar, esto nos permite salir de los términos criticados y deconstruidos por las tradiciones que cultivamos y evitar la confusión con cualquier ideología liberal. En segundo lugar, el plantear el problema del sí mismo en términos relacionales sitúa un punto ciego de las tradiciones críticas y nos permite conectar con antiguas tradiciones. La relación consigo mismo siempre ha sido un problema a cultivar, desarrollar, perfeccionar, no una evidencia de la consciencia, la representación o la voluntad espontánea de cada individuo. Espero que en esto se reconozca mi aporte e intervención singular en el cruce de distintas tradiciones de pensamiento. Una intervención que parte de la lectura del presente o la coyuntura y atraviesa la motivación de todo lo que he escrito, hasta los últimos libros sobre filosofía práctica.

En esa línea retomo aquí dos series de ejercicios que ordenan las distintas meditaciones concretas que he propuesto.

I

En primer lugar, para orientarnos en lo real propongo ejercitarnos en relación a cuatro tópicos básicos (inspirados en la lectura de Marco Aurelio): la naturaleza, la muerte, el presente, la relación consigo mismo y los otros.

1. Con respecto a la naturaleza: Todos los seres somos parte de una misma sustancia infinita que se transforma incesantemente, los humanos no ocupamos ningún lugar privilegiado en relación al conjunto; nuestras partes se disolverán y entrarán en composición con otros seres, oportunamente, así como nosotros provenimos también de otros.

2. Con respecto a la muerte: Como todos los seres cumplimos un proceso vital de composición y descomposición natural, no hay que apegarse demasiado ni sufrir por el tiempo -sea breve o extenso- que nos toca en suerte, sino aprovechar cada momento y disfrutar lo más que podamos; vivir cada conjunción y disyunción como una pequeña muerte que permite desprendernos de nuestra identidad imaginaria.

3. Con respecto al presente: Es el único tiempo que poseemos, el instante evanescente, el pasado y el futuro son inciertos; del primero solo importan las tradiciones, legados y saberes que usaremos a nuestro modo; del segundo solo la certeza de que no somos inmortales y un uso materialista de la imaginación acotada en función de estos tópicos.

4. Con respecto a nosotros mismos y los otros: Lo único que importa es alcanzar la imperturbabilidad del alma, el ejercicio templado de las virtudes, así como actuar con justicia y benevolencia; no importan en absoluto las opiniones, valoraciones sociales y suposiciones respecto a los otros.

II

En segundo lugar, considero que además hay cuatro esquemas de ejercicios básicos a realizar en distintas variaciones, inspirados de manera libre en el estoicismo y en Spinoza, que implican decisiones cruciales:

1. Vivir o no vivir. La vida es un acontecimiento absolutamente azaroso y una elección, no una obligación penosa ni una carga destinal. Es decir que, en algún momento y cada tanto, hay que plantearse esto muy seriamente: si elijo la vida, tengo que considerar lo bueno y lo malo que conlleva, tomar el conjunto, sin lamentarme por lo que me tocó o fantasear con otra vida; también puedo decidir ya no elegirla.

2. Situar con justeza lo que depende de cada uno y lo que no. Discernir ante cada cosa o acontecimiento si es algo que depende de nosotros y sobre lo que podemos actuar, o bien es algo sobre lo que no tenemos ninguna injerencia. Esto permite ocuparnos de lo que nos toca y no distraernos con fantasías o falsas expectativas, temerosas o esperanzadas, sobre cuestiones que no dependen de nosotros.

3. Orientarse por, y seleccionar, todo aquello que aumenta nuestra potencia de obrar, y descartar lo que no. Por más que en la vida haya momentos más duros o penosos que otros, todo en cuanto dependa de nosotros ha de dirigirse a producir afectos alegres, no impostados o forzados. Esto quiere decir: componer con todo aquello que nos permite ampliar nuestras posibilidades de percepción, pensamiento o acción, y no en función de ideales de semejanza, mandatos sacrificiales o cálculos especulativos de ganancia.

4. Considerarse a sí mismo y considerar la propia potencia de obrar en cada gesto, acto o pensamiento. Solo de allí brota un afecto alegre que no necesita jactarse ni vanagloriarse de nada, ante nadie, e incluso puede suspender un tiempo lógico la precipitación del acto, según las circunstancias; pues, sin esa mínima consideración y esa investidura afectiva del sí mismo, nada valdría la pena.

Los ejercicios que se derivan de estas consideraciones amplias pero a la vez acotadas pueden multiplicarse y refinarse también indefinidamente, lo importante es su puesta a prueba en la vida cotidiana y en cada circunstancia que lo solicite oportunamente. Es el contragolpe de la verdad lo que habilita una transformación del sujeto en su relación consigo mismo.

Roque Farrán, Córdoba, 21 de febrero de 2024.


Roque Farrán, filósofo argentino contemporáneo, investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Entre sus obras se destacan Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo, 2014), Nodal: método, estado, sujeto (La cebra/Palinodia, 2016), La razón de los afectos: populismo, feminismo, psicoanálisis (Prometeo, 2021), El giro práctico: ejercicios de filosofía, ética y política en la coyuntura (CIECS, 2022), Militantes, ¡ocúpense de sí mismos! (Red editorial, 2021; Aimé, 2024). Dirige actualmente el Programa de Investigación “El giro práctico en el pensamiento contemporáneo” (CIECS-UNC-Conicet).

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