la vejez tiene un antónimo, y es «belleza» / emilia sofía cotutiu

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Las asociaciones que suelen conformar el imaginario social de la vejez son mayormente peyorativas: decrepitud, enfermedad, muerte, caída y claro, el fin. Estos mismos suelen ser también los problemas textuales que atraviesan la vejez en cuanto objeto literario. La discriminación por edad avanzada es precisamente lo que se entiende por “edadismo” (“ageism”) o “viejismo”. Sus efectos son la clausura o la marginalización de las narrativas de las vejeces.

Sin embargo, el núcleo de la cuestión es otro: en los varones se resalta maduración, mientras que en las mujeres envejecimiento. Y esto es consecuencia del “[…] modelo abstracto de mujer aprendido en los libros” con el cual se martiriza la protagonista de “El fantasma de la belleza” de la escritora argentina Hebe Solves. Las mujeres entonces padecemos particularmente los efectos del binomio vejez/juventud-belleza: los esquemas simbólicos tienden a situar la “vejez femenina” como correlato unidireccional de la pérdida de belleza-juventud, un fenómeno evidente en cuanto nos detenemos a pensar cómo la vejez de las mujeres sólo parece narrarse desde el estigma: “Envejece. Lo sabe. Inadvertidamente, minuciosamente, las superficies se contraen, la masa se aprieta a ella misma, la implosión que fue belleza, ajuste, exactitud, se repliega sobre sí hasta secar los vacíos donde el aire y la luz jugaban” (Solves, 2002). Ciertamente, para una mujer, el mejor modo de envejecer es no haciéndolo; basta pensar en el gesto cultural por aplaudir a las ancianas que figuran ser más jóvenes, o a aquellas otras que retienen esa belleza que aparentemente sólo conseguimos entender como sinónimo de juventud. Nace así entonces, entre otras cosas, el menosprecio hacia la sexualidad en la vejez y hacia el cuerpo femenino envejecido; “[ella] aprendía que debía aprender a envejecer aislada, temiendo el roce de los cuerpos”, relata Solves, quien escribió su cuento sobre la pérdida de belleza a sus setenta y dos años de edad, y cuya protagonista es una mujer madura obsesionada por ser “operada, transformada, rejuvenecida” (íbid). 

Resulta tentador plantearnos un problema literario: ¿por qué el fenómeno de la vejez femenina en relación con la pérdida de juventud-belleza no es habitualmente tratado? Podríamos considerar que la literatura, en tanto institución académica “solemne”, no acostumbra trabajar con temáticas populares “triviales”. En efecto, las experiencias culturales relacionadas con el amplio espectro de la apariencia física tienden a ser objeto de desmerecimiento. Sin ir más lejos, la coquetería y la belleza en términos de estética y de atractivo, suelen ser considerados temas intrascendentes; frívolos, de hecho.

¿Es en verdad impracticable tratar la vejez femenina sin controvertirla, es decir, abordarla sin cuestionarla? En ocasiones, algunas voces asumen posiciones más complejas que la mera estigmatización. Un ejemplo de ello es la escritora británica Virginia Woolf (1882-1941), quien introdujo las narrativas de “old ladies” (“señoras mayores”): la señora Dalloway, la señora Ramsay, la señora LaTrobe y la señora Brown. Sin embargo, “¿Por qué continuar […] sólo para acumular años?» (Woolf en Beauvoir, 1970), se preguntaba la autora. Woolf, de hecho, no se permitió envejecer: se cargó de piedras y se ahogó en el río Ouse. “Detesto la dureza de la vejez. La siento venir. Rechino. Estoy agriada” (íbid), escribía en su diario a los cincuenta y ocho años. 

Otro ejemplo es la argentina Marta Lynch (1925-1985), una de las autoras que ha escrito sobre la experiencia de la ancianidad, fenómeno que sin embargo la aterrorizaba, según diversas fuentes (Mucci, 2014): “Sentía que su ciclo estaba terminado, que estaba fea, que ya no la miraban como antes […]. Me contestaba que […] cuando pasan los años, en la mujer todo se hace más difícil de afrontar porque lo único que tiene es su belleza y su capacidad de seducir”, afirmaba el esposo de la escritora (íbid). En efecto, Lynch también sorteó el encuentro con la vejez. “[L]es había dicho a sus hijos que jamás la verían blanca en canas, que era muy sana y su temor mayor era llegar a vieja. Los años pasaban rápido y el cuerpo se caía, a pesar de los esfuerzos de Roberto Zelicovich y José Juri [sus cirujanos plásticos]” (íbid). Como puede notarse, la autora fue mediáticamente retratada como una escritora que acabó con su vida para no permitirse envejecer: “su suicidio fue cubierto por los medios atendiendo más a su parte ‘frívola’ (miedo a la vejez, deterioro físico) que a las cuestiones ‘metafísicas’, que parecerían ser patrimonio exclusivo de los hombres o de escritoras como Virginia Woolf, Alejandra Pizarnik o Alfonsina Storni, a quienes obviamente jamás se relacionó con la coquetería o las cirugías plásticas [como a Marta Lynch]” (íbid).

Analizar las obras de estas dos últimas autoras en relación a sus biografías, nos advierte el complejo lugar en el que las mujeres modernas se sitúan con respecto a su vejez: no es sencillo afrontar una cultura edadista desde la praxis y la teoría. 

Pero el cambio no es individual, sino colectivo. Ampliar el abanico de figuraciones literarias en torno a las ancianas es indispensable. Y efectivamente la cuestión es pensar en plural, de hecho, pues, el asunto no se trata de pensar una vejez esencializada, sino las vejeces de las mujeres.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

BERMÚDEZ-ARCEO, Viviana. “Marta Lynch: la furiosa devoción”. Espéculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid: Madrid, núm. 46. En línea: «www.ucm.es/info/especulo/numero46/malynch.html».

COHEN AGREST, Diana. “Ser Viejo”. La Nación: Buenos Aires, 14-11-2009. En línea: «www.lanacion.com.ar/cultura/ser-viejo-nid1198011/».

DE BEAUVOIR, Simone (1970). La vejez. Grupo editorial Penguin Random House SA, Debolsillo: Buenos Aires, 2018.

FERNÁNDEZ-VENTURA, Lourdes. La tiranía de la belleza. Las mujeres ante los modelos estéticos. Plaza & Janés Editorial: Barcelona, 2000.

FREIXAS FARRÉ, Anna. “El secreto mejor guardado: la sexualidad de las mujeres mayores”. Política y Sociedad, Universidad Complutense de Madrid: Madrid, vol. 46, núms. 1-2, 2009, pp. 191-203.

MANCINI, Adriana. “Escenas de la vejez”. Zama: Buenos Aires, vol. 3, núm. 3, 2011. En línea: «doi.org/10.34096/zama.a3.n3.5033».

MCKENZIE, Isabel R. “Virginia Woolf on Beauty and Aging”. Womanly Magazine, Brooklyn Arts Council: Brooklyn, núm. 3. En línea: «www.womanlymag.com/words-from-the-wise/2018/11/6/virginia-woolf-on-beauty-and-aging».

MUCCI, Cristina (2000). La señora Lynch. Biografía de una escritora controvertida. Buenos Aires: Grupo Editorial Norma, 2014.

SALVAREZZA, Leopoldo (comp.). 2013. La vejez. Una Mirada gerontológica actual. Buenos Aires: Paidós.

SOLVES, Hebe (2002). “El fantasma de la belleza” en: El fantasma de la belleza y otros cuentos. Böhm cine y la margarita ediciones: Buenos Aires, pp. 41-65.

SONTAG, Susan (1979). “The double standard of aging” en: Williams, J. (Ed.) Psychology of women Quartely. CA Academic Press: San Diego, pp. 462-178.

TRAUTMANN BANKS, Joanne. “The Aging Artist: The Sad but Instructive Case of Virginia Woolf” en: Munson Deats, S. & Tallent Lenker, L. (Eds.) Aging and Identity. A Humanities Perspective. Praeger: Connecticut, 1999, pp. 113-124.

WOLF, Naomi. The Beauty Myth. Harper Collins: Nueva York, 2002.


Emilia Sofía Cotutiu nació en 1997 y es graduada de la licenciatura y del profesorado en Letras por la UBA. Comenzó su investigación sobre la vejez de las mujeres en la literatura de manera autónoma en 2020. No recuerda exactamente cómo inició, pero con los años redescubrió cuentos escritos en su adolescencia, todos protagonizados por ancianos o ancianas.

Formalmente continuó su investigación con su directora Julia Kratje, en el marco de la adscripción 2021-2023 a “Teoría y Estudios Literarios Feministas” (FFyL, UBA), a cargo de la Dra. Laura Antonella Arnés. Actualmente investiga bajo la dirección de la Dra. Tania Diz desde su UBACyT “Feminismo y escritura en la cultura latinoamericana Siglos XX y XXI”.

Su archivo sobre la vejez es aún joven, pero no para de crecer.

Contacto: emiliacotutiu@filo.uba.ar

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14 Respuestas

  1. sama
    | Responder

    qué bueno! voy a leer los textos que mencionás, me encanta este tema.

    • emilia sofía cotutiu
      | Responder

      Muchas gracias por leerme, Sama. Me entusiasma saber que hay más gente interesada en la vejez de las mujeres.

  2. Fatima
    | Responder

    Muy buena nota!! Super interesante.

    • emilia sofía cotutiu
      | Responder

      Gracias, Fatima, por tomarte el tiempo de leer mi nota.

  3. Margarita
    | Responder

    Las diversidades están mostrándose y hay una parte de la sociedad dispuesta a verlas.Tambien en esto andan las vejeces, que necesitan descubrirse ; aunque la literatura aqui todavía no encuentra su vitalidad.
    Interesantes observaciones

    • emilia sofía cotutiu
      | Responder

      Margarita, tal vez, si socialmente, en este presente histórico, en verdad estamos empezando a hablar un poco más de la vejez de las mujeres, puede que la literatura produzca más ficciones protagonizadas por ancianas. Yo creo que las artes (re)inventan temas por su cuenta, pero muchas otras veces también se nutren de los discursos sociales. Ojalá se escuchen entre sí.

  4. Neemo
    | Responder

    Como dijo Kafka, cualquiera que conserva la capacidad de ver la belleza nunca envejece.
    Excelente artículo Emilia.

    • emilia sofía cotutiu
      | Responder

      Una frase más digna de volverse el título de mi nota. Gracias por el comentario, Neemo.

  5. Dafne
    | Responder

    Muy interesante el planteo de la problemática en torno a la discriminación de la vejez. En una época que lucha por la inclusión y en la que muchos colectivos intentan poner en jaque la belleza hegemóinca, es indispensable pensar qué lugar ocupa la vejez y cómo hacer que también sea parte de ese canon de belleza.

    • emilia sofía cotutiu
      | Responder

      Dafne, gracias por leer mi nota. Resumiste mis deseos-objetivos en un solo comentario.

  6. María del Carmen
    | Responder

    Me interesó mucho el artículo, m gustó el tema planteado…Creo q están cambiando los parámetros d juventud- belleza en estos tiempos, pero aún falta y eso lo muestra la literatura actual: no hay protagonistas femeninas q pasen los 70 años d edad….dónde se pueda hablar d como se viven y se sienten la sexualidad, el deseo, la atracción con los cambios físicos, etc…
    Aunque, nobleza obliga, se hace mención ( más q antes) a la «belleza» q otorgan la experiencia y la sabiduría q vienen d la mano d cumplir años.

    • emilia sofía cotutiu
      | Responder

      Hola, María del Carmen. Te agradezco mucho por tu comentario. Esa misma cuestión que te planteás vos es la que busco rastrear en la literatura. De a poco voy descubriendo joyas literarias dentro de mis criterios. Pero hace poco también me enseñaron que abrir el paraguas me iba a ayudar para obtener más resultados en mi búsqueda, aunque sigo sosteniendo que hay escasez de este tema, y que lo poco escrito no paga las deudas de tantos siglos de silenciamiento.
      No sé si me permitirás recomendarte dos libros, si estás interesada en encontrar literatura sobre lo que planteás, pero «Baño de damas» de Natalia Rozenblum y «Las amigas» de Aurora Venturini son muy interesantes.

  7. Candela
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    Muy buen artículo! Me gusta cómo está planteado la problemática de la vejez contra la belleza.

    • emilia sofía cotutiu
      | Responder

      Muchas gracias por leerme, Candela. Me alegra que te interese el planteo.

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