
Cuando Adrián Abonizio aún no había pasado el cuarto de hora escribió una canción hermosa sobre un mal sueño: Mirta, de regreso (1978). Casi una década después, Michael Stipe —el líder del grupo R.E.M.—, otro cantautor fuera de lo común, componía una canción parecida: Perdiendo mi religión. Cuenta la leyenda que el guitarrista de R.E.M. tomó los primeros acordes del tema central de la película Feliz Navidad, Sr. Lawrence. El autor de esa composición es Ryuichi Sakamoto, de quien el personaje principal de la película nombrada era fanático, David Bowie. Tan es así que El Duque Blanco se deshizo en elogios para con los músicos americanos, no solo por el buen gusto (y el plagio) sino, por crear una canción tan potente y sin un estribillo.
A veces uno despierta rápido de un sueño y descubre que las sensaciones que lo habitaban se han ido. R.E.M. es algo parecido, es la denominación que se le da al movimiento de los ojos (Rapid Eye Movement) mientras estamos dormidos. Es muy probable que Mirta, también haya sido un mal sueño. El protagonista de Mirta siente que está en un sueño rápido, oscuro, pero lo sostiene y lo lleva a la rastra y acepta el final. Ha perdido a su mujer purgando tres años en prisión. Ha perdido su deseo mayor, su mejor tiempo y también su religión. En fin, las cosas que nos asombran son siempre inesperadas. Quizá el arco narrativo de los sucesos mencionados, pasen por allí. Una historia de alguien intentado encontrar la salvación. Abonizio escribe esa canción un poco rota y acústica llegando del futuro, es como Benjamin Button, sabio de joven. Y es muy interesante la idea que ofrece, hay que esforzarse para entenderla. Porque habla de una canción hambrienta que trata de configurar cómo es un destino que viene con polenta y águilas. Todo lo que sucede después,son los fantasmas propios, los que uno muestra sólo debajo del fuego. Si la puerta se cierra porque la lleva el viento, es el viento y no la puerta. Si es tu mano, Mirta, va mi mano para cerrarla. Ha llegado la civilización, el asfalto y el resto va de camino sin terminar, esa parte que todavía era empedrado. Entonces, aun derrotado, al protagonista no le cierra el otoño, sigue siendo todo primavera. Permanece fiel al amor, a pesar de la música lejana y el puñal clavado en la espalda. Paradójicamente viene limpio y se va sucio. Hay una historia que fue vivida y una que fue leída después. Hay algo bueno en ese caminar sobre los escombros ¿no? La distancia entre una y otra es inmensa. Un pasado compuesto de anécdotas, impresiones y una moral que es siempre de coyuntura. Relativa a la edad, a las clausuras personales, sin distancia, ahí nomás. ¡Éramos tan jóvenes! Aunque solo pasaron tres años, rejas adentro, tres años es una eternidad. La historia leída, tiene domicilio en el presente. Reconoce lo que pudo ser, un mundo contrafáctico con puntos ciegos del pasado, es altura y montaña, más de las águilas que de las hormigas. Y cuando se juntan las dos historias, la verdad —como un ancla— aparece en toda su dimensión.
Las letras de las canciones deben tener ancla. El ancla es el sentido, lo que te dice por dónde pasa la historia. Hoy se siguen haciendo melodías, pero atravesadas de historias cortas con palabras más cortas y olvidables. No hay densidad. “No voy en tren, voy en avión…”, decía otro adelantado. La lentitud es un problema del mundo moderno porque la inteligencia, camina lento. Ahora es una súper estructura llena de dioses sin rostro la que cambió el ritmo del mundo. No existe un lugar posible para los rituales en esta economía crecientemente culturalizada. Ya no se fabrican canciones para siempre. Se acabaron las heladeras Siam. Todo se esfuma, nos gana el pragmatismo, todo importa según el resultado. No un resultado humanista sino uno mercantil. Aunque sigamos esperando a Mirta, que seguro es morena y vive por las noches. Así la describió el autor, el cantautor y su guitarra que llegó mucho tiempo antes que el resto. Cada vez que cierro los ojos, veo en un movimiento rápido a un tal Abonizio, recién llegado del futuro, sin un estribillo, con una birome en la mano.

Pastillas:
*El libro lleva el título: Adrián Abonizio «En Tierra Firme», y explora las otras dimensiones de la obra del cantautor. Es un homenaje a la obra de un artista que comprende múltiples miradas que dimensionan la importancia de cada una de las canciones arbitrariamente seleccionadas. Esta selección se realizó en consecuencia de los destinatarios elegidos para escribir un ensayo original. Por ejemplo, al historiador y crítico musical Sergio Pujol, se le designo la canción “Historia de Mate Cocido” o “El príncipe del manicomio” a la psicóloga Verónica Lascar. Miradas con subjetividades cercanas y solventes que puedan respaldarlas.
*El libro será editado por la novel editorial Verde Llanura de la ciudad de Rufino con el impulso del Ministerio de Cultura de Santa Fe. Cuenta con 27 textos originales escritos a partir de la convocatoria de Paul Citraro, que oficia de compilador y anfitrión para celebrar obras imprescindibles del cancionero popular argentino.
*La idea fue cantar una canción en colectivo, porque son 27 personas que interactúan, lo que implicó un trabajo enorme de edición de Soledad Martín, quien estuvo a cargo de ese proceso y llegó al tuétano de cada uno de esa suerte de ensayos bonsái.
* Adrián Abonizio “En Tierra Firme” además de ser un trabajo estrictamente editorial, es un libro para escuchar y cantar, ya que contiene luego de cada ensayo la letra original con un código QR que deriva al audio de la canción.
*Paul Citraro: La intención de este trabajo editorial es producir múltiples diseños de subjetividad para llegar a otros públicos. Jugar en las construcciones de identidad, de los yoes, del sentido colectivo. Probablemente, ese coro editorial que contiene miradas individuales, pensamientos, historias, ensayos, quizá colaboren a no ser parte implícita de una construcción colectiva, sino, un incentivo que ayude a descubrir nuestras propias singularidades. Es decir, no parecerse a la masa colectiva de consumo. Romper la reja que nos permita construir un yo individual en un colectivo. Como una creación de múltiples personalidades y las vidas imaginarias que puede contener una canción. En ese terreno, Adrián Abonizio es un maestro sin desperdicio. Un cronista de marras del último medio siglo. A través de sus canciones podría establecerse un paralelo histórico de la cultura popular, de la cultura urbana de los pueblos.
*La fecha estimada de presentación de Adrián Abonizio “En Tierra Firme” es en el mes de Junio.
Paul Citraro nació en Venado Tuerto (1973). Hombre de letras y filosofías, melómano, gestor cultural, productor musical, insolente del ring, manager de locos.
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