
En los procesos de sus sueños el hombre se ejercita para la vida venidera. (Nietsche)
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son. (Fragmento de La vida es Sueño de Calderón de la Barca)
El territorio del sueño siempre fue, por misterioso, objeto de investigaciones e interpretación en todos los tiempos. En 1975 Jorge Luis Borges publicó El libro de los sueños donde reunió una serie de sueños verdaderamente sorprendentes.
Un día Borges se volvió freudiano, seguramente ya habían pasado por sus manos La interpretación de los sueños, cuya primera edición data de 1899. Borges también captó el valor de lo onírico, que ya tenía antecedentes en la prehistoria de la humanidad. Freud se inicia en revelar el sentido de los sueños donde nos exhibe su valor en la vida de las personas. Tal como entrevieron desde el origen de los tiempos al producto del dormir, sus misteriosas y fantásticas imágenes e impresiones, se le suponía un saber.
Pero volvemos a Borges, que en este libro, que es de los menos conocidos, ha realizado una selección de sueños donde rescata su valor desde la prehistoria humana y hasta de los propios, que nos comparte. Distingue entre sueños y pesadillas para adentrarnos en estos productos oníricos como proféticos, fantásticos, alegóricos, satíricos, entre otros, en diferentes épocas tal como fueron relatados. Así nos trajo sueños de distintos tiempos y estructuras.
Se trata de un ejercicio de recopilación de estas fuentes que consagran al sueño como el más antiguo y no menos complejo de los géneros literarios, tal como Borges lo señala en el prólogo de esta publicación. Revela sueños con valor colectivo que llegan desde los confines de los mitos hasta los más subjetivos y singulares. Con esa colección nos muestra la escritura de los sueños, su valor simbólico y significante.
Calderón de la Barca ya por el mil seiscientos escribía quizás el más popularizado de sus poemas, donde dice que la vida es sueño y donde parece no haber diferencia entre el sueño y la realidad, para mostrarnos el valor de ese otro escenario. Quizás debemos rescatar que en estos tiempos donde se pregona el autocontrol y el adiestramiento de nuestros sentimientos, el sueño revela ese mecanismo fuera de control que parece imposible de domesticar, aunque vivimos en la época de las pastillas para no soñar, tal como el poeta Joaquín Sabina ha sabido describir con tanta precisión. El insomnio merece un capítulo aparte, muchas veces ingobernable a pesar de los esfuerzos de la bioquímica.
Con los sueños, Freud trae al primer plano el valor del deseo allí escondido, transfigurado, casi como siniestro en tanto relaciona lo más familiar y lo más ajeno, mostrando que allí se disimula un trabajo cuyo rédito no puede apreciarse a primera vista, aunque sus impresiones pueden ser duraderas. Anne Doufourmantelle menciona en La inteligencia del sueño que “nuestros sueños velan por nosotros”. Nietzsche articula el sueño con nuestro devenir.
¿Acaso podríamos vivir sin sueños? Estas imágenes que no se ven con los ojos tienen un sentido oculto.
Julio Cesar, antes de cruzar el Rubicón y marchar sobre Roma, tuvo un sueño oracular donde él cohabitaba con su madre. Rodericus Bartius vio allí el anuncio de lo que luego sería el Imperio Romano. San Agustín rescataba ¡Entre mí y mí qué diferencia! Para mostrar esa duplicación que se despliega en el sueño entre el yo despierto y del soñante. El psicoanálisis con Freud nos expuso que somos responsables hasta de lo que no sabemos, cuando reveló los pensamientos inconscientes, ese saber no sabido que se presenta en esa otra escena.
Sueños diurnos y nocturnos, duermevela, recurrentes, infantiles, de terror, pesadillas, y la lista sigue. Consagrados para resguardar nuestro dormir o para cuidar nuestro despertar, porque cuando despertamos sabemos que no estamos soñando o tal vez sí, ¿quién lo sabe? Un sueño no descifrado es como una carta que le está dirigida y que usted no abre, escribe Doufourmantelle.
Soñar en esta época donde los modos del deseo parecen tener su cartilla, parece un poco devaluado. Sabemos que soñamos cuando dormimos, pero también hay anhelos que deseamos cumplir a los que llamamos sueños. ¿Qué sería una vida sin sueños? Anoche desperté pensando que sería bueno escribir sobre los sueños.

Vivian Palmbaum es Psicoanalista, miembro de la Escuela Abierta de Psicoanálisis y del Movimiento por la Salud de los Pueblos, activista de la Campaña Plurinacional en Defensa del Agua y periodista.
Dejar un comentario