A lo largo de nuestra historia, muchos y variados han sido los factores que han afectado al crecimiento de nuestro país. Pero sin dudas, hay uno de ellos que se destaca por la repetición, el desequilibrio que ocasiona y el impacto que tiene en diferentes rubros y en todos los estratos sociales.
Se trata de los Déficit en la balanza de pagos y sus posteriores consecuencias.
Para intentar pensar en cómo puede reaccionar nuestra economía frente a esta pandemia, es fundamental que revisemos algunos términos:
En primer lugar, la Balanza de Pagos, o Balanza Comercial, es el resultante de las operaciones de comercio exterior de un país, es decir, el total de lo que Exporta (vende al mundo) menos el total de lo que importa (compra al mundo). Un déficit en este orden significa que el país no alcanza a cubrir el saldo de las importaciones con lo que exporta.
Es importante considerar que un modelo de expansión de la capacidad productiva para exportar necesita continuidad y crece a un bajo ritmo en relación al crecimiento de las importaciones estimuladas por las demandas materiales de consumo de la sociedad. Las importaciones comienzan a estirar la brecha con las exportaciones y el flujo neto de divisas es insuficiente.
Sumado a esto, tenemos que considerar también la costumbre argentina de ahorrar en moneda extranjera (y la famosa fuga de divisas que tanto daño ha hecho estos últimos años, fomentadas en general por las desregulaciones de los gobiernos liberales).
Todo esto incrementa aún más el déficit en caja, y como Argentina no fabrica Dólares, dependemos del financiamiento externo para poder cubrirlo.
Así comienzan los procesos de endeudamiento externo y el ajuste fiscal consiguiente para pagar los onerosos intereses.
Este reduccionismo sobre la historia de la economía argentina, sólo busca generar una introducción para pensar como reconstruir nuestro país y cómo podemos encarar este proyecto, juntos.
Como hemos mencionado, Argentina no fabrica dólares y hoy tampoco tiene posibilidades de continuar endeudándose para conseguirlos (ya que el Macrismo se encargó de dejar una relación Deuda-Producto de casi 100%). Con lo cual, la única alternativa que tenemos es generar un saldo favorable en la balanza comercial, y eso puede conseguirse incrementando las exportaciones (vendiendo más al mundo) o reduciendo las importaciones (comprándole menos al mundo).
Veamos cada uno de estos dos rubros:
Si bien todavía no es posible dimensionar el impacto global que tendrá esta pandemia en la economía mundial, la mayoría de los economistas coinciden que la recesión será aún mayor que la producida en el año 2008 con la quiebra del gigante financiero Lehman Brothers y, según el último informe del FMI, esta será la peor crisis luego de la gran depresión 1929. Resulta imprescindible entonces analizar nuestros principales socios comerciales: EE.UU. (6,4% del total de las exportaciones Argentinas) viene perdiendo a razón de 6 millones de empleos por semana; Brasil (16 % del total de las exportaciones Argentinas) espera una fuerte caída en su actividad económica, proyectando una caída de 3,5 puntos de su PBI para 2020; China (junto con India e Indonesia representan el 13,2% del total de las exportaciones Argentinas), que venía creciendo a razón de 16 puntos de PBI anuales, prevé el mayor desplome en su economía en 3 décadas, bajando 12 puntos su crecimiento de 2019; y por último La Unión Europea con sus principales países muy golpeados por la pandemia (13,5% del total de las exportaciones Argentinas). Los datos dan cuenta de una recesión global y que sus efectos irán incrementándose a medida que más países adopten medidas para contener el virus.
Parece entonces, que el primer precepto de incrementar las exportaciones será una misión imposible por lo menos para estos próximos años.
Nos queda entonces reducir el flujo de importaciones, y esto puede ser una buena oportunidad. Los datos del año 2019 (fuente INDEC) arrojan que el 50 % de nuestras importaciones están compuestas por bienes de consumo y bienes intermedios, es decir, bienes que pueden sustituirse con producción local. Para poder hacerlo, es condición indispensable fortalecer el Mercado Interno y continuar con una firme política de regulación cambiaria y control de divisas.
El gobierno comenzó a transitar este camino a través de una política económica que ataca 2 frentes:
Fortalecimiento de la Oferta:
– Moratorias y planes de financiamiento de AFIP para pymes y monotributistas.
– Programa de asistencia de emergencia al trabajo y la producción (reducción de contribuciones patronales, plan REPRO, asignaciones compensatorias al salario).
– Creación de Fondo de Garantía para la Micro, pequeña y mediana empresa (30.000 millones de pesos).
– Líneas de créditos blandos para empresas proveedoras de productos y servicios esenciales.
– Baja de tasas de política monetaria que regula los intereses (del 86% en Nov. 19 al 38 % en la actualidad).
– Control del tipo de cambio.
Generación de Demanda:
– Tarjeta Alimentar.
– Refuerzos al seguro de desempleo.
– Bono extraordinario para jubilados, pensionados y beneficiados por la AUH y AUE.
– Ingreso Familiar de Emergencia de $10.000.
– Congelamiento de tarifas de Transporte, Electricidad y Gas.
– Programa Potenciar (kits de maquinaria y herramientas para generación de emprendimientos).
La pregunta inmediata que surge de estas medidas es si esto alcanza, si estas medidas llegan a todos los sectores de la sociedad. Y claramente la respuesta surge sola. De cualquier modo, tampoco podemos menospreciar que comenzamos a transitar un rumbo diferente, que las medidas van en el sentido correcto.
Tampoco es novedad que unos de los problemas principales a la hora de asignar o distribuir recursos es de dónde sale la plata, otra discusión histórica de nuestro país. Hemos escuchado hasta el hartazgo durante estos años que no se puede crecer con un déficit fiscal (menos ingresos que egresos) y que la solución era gastar menos. Gastar menos significó durante estos años bajar presupuestos en Salud, en Educación, en Infraestructura, en Vivienda, en Ciencia y Tecnología, entre otros ítems, que nos llevó a tener que enfrentar esta pandemia en una situación de desventaja frente a otros países. También significó asignar menos partidas a la producción; por consiguiente, el Estado comenzó a percibir menos ingresos y agravado por el creciente monto del pago de intereses, generó nuevamente un rojo cada vez mayor en las cuentas del Estado. Las recetas seguían siendo bajar el Gasto Público, con las consecuencias mencionadas, corriendo siempre detrás de la zanahoria.
Hoy nos encontramos en la urgente necesidad de incrementar el Gasto, porque hay que invertir en Salud, porque se necesita de la Ciencia y de la Tecnología, porque se necesita atender socialmente a aquellos sectores más afectados por la imposibilidad de desarrollar sus actividades que eran fuente de ingresos familiares, porque los comercios y las Pymes piden auxilio por la caída en la actividad; y nuevamente entonces surge la pregunta: ¿de dónde sale la plata?.
Ante la inminente baja de recaudación y la imposibilidad de afectar con nuevos impuestos a gran parte de la sociedad argentina, deben utilizarse el ingenio y las bases de información cada vez más nutridas para llegar a aquellos sectores que tienen la posibilidad económica de afrontarlos, y aquí nos vamos a animar a tirar algunas ideas:
• Paraísos fiscales y blanqueo de dinero: Según las últimas estimaciones del FMI, 6 billones de dólares (6 millones de millones de dólares) se esconden en guaridas fiscales en todo el mundo; esto significa dinero que no tributa en sus países. Además de lo astronómico de la cifra, esto muestra el nivel de acumulación de riqueza de un sector de la población. Para sumar otro dato, en 2017, ingresaron 116.800 millones de Dólares cuando se dio la posibilidad de blanquear dinero que había sido fugado del país bajo estos mecanismos. También se dio a conocer en estos días, un informe de la OCDE con datos de 950 cuentas sin declarar en el exterior, con estimaciones de 2.600 millones de dólares que se ocultan del fisco. Para continuar con esta línea, las últimas estimaciones en materia de distribución de la riqueza, indican que, en nuestro país, el 10% de los más ricos perciben ingresos por 20 veces lo que recibe el 10% más pobre. En este sentido se está pensando en un proyecto de Ley que grave con un impuesto extraordinario al 1% más rico de nuestro país, con asignaciones específicas destinadas a mitigar el impacto de la pandemia en la economía de todos los sectores más afectados.
• Reforma del Sistema Financiero: es imprescindible contar con un sistema financiero que esté a disposición del aparato productivo y no que quite fondos del mismo ni que esté orientado por los rendimientos que puedan obtener las entidades privadas. Desde el movimiento cooperativo existe un proyecto para otorgarle al Estado un mayor poder de regulación en las operaciones de las entidades bancarias, de forma tal que su accionar vaya en el mismo camino que el plan productivo y económico necesario para el crecimiento del país. Algunos de los ejes de dicho proyecto son:
– Obligación del Banco Central de fomentar el empleo.
– Administración del tipo de cambio, para defender la competitividad de nuestra economía por sobre los intereses especulativos.
– Ampliar el alcance geográfico de los servicios financieros (más del 40% de nuestras ciudades / pueblos no cuenta ni con un cajero automático).
– Establecer políticas diferenciadas para las Pymes y economías regionales.
-Orientar las políticas del crédito para que acompañen el crecimiento del sector productivo.
-Imponer mayores regulaciones a los servicios financieros para que abaraten los costos.
-Crear un Banco Público Nacional de desarrollo.
Cabe destacar que en el año 2014, el BCRA obligó a los bancos a destinar el 5% de sus depósitos para préstamos al sector productivo, con tasas de interés subsidiadas por ellos mismos, y esto generó un impulso a la actividad económica muy significativo.
Teniendo en cuenta además que en los últimos 2 años estos grupos económicos fueron los grandes beneficiados con la política económica implementada, es un buen momento para que devuelvan algo de todo lo que ganaron.
• Restructuración de los Subsidios: reasignar recursos claves como el Agua, el Gas y la Electricidad, con valores reales de los servicios para grandes empresas con alta rentabilidad, así como también para aquellos usuarios domiciliarios de alta renta. Considerando que hay sectores que no necesitan ser subsidiados, pero que los recursos básicos para la producción y el consumo no pueden ser bienes de lujo, es importante repensar un sistema de subsidios direccionados de forma eficiente. De esta forma, aquellas pequeñas y medianas empresas pueden mejorar su potencialidad de producción y aquellos sectores medios y bajos pueden tener mayor capacidad de consumo. Todo esto sin necesidad de incrementar el costo de la partida para el estado, sino sólo haciendo eficiente su utilización.
Éstas son sólo algunas consideraciones, que pueden darnos la oportunidad de pensar que, a pesar de la pandemia y de las consecuencias inevitables que ésta traerá, nos encontramos ante la posibilidad de cambiar el rumbo.
Lo más sencillo sería subirse al tren de la catástrofe económica mundial que nos dejará este maldito virus, más aún teniendo en cuenta que nuestro país ya venía sufriendo las consecuencias de un modelo económico que se encargó de aumentar la pobreza y el desempleo, de incrementar la desigualdad social y de recortar la actividad económica a niveles históricos, de llevar a la actividad industrial en su conjunto a niveles de producción de hasta un 50% de su capacidad, entre otras tantas cosas.
Lo cierto es que la vida continúa, que tenemos un país muy amplio y con todas las condiciones para ponerse en marcha, que necesita de un Estado activo y que genere los incentivos necesarios para fortalecer la actividad económica local, para aprovechar esta oportunidad de asociar nuevamente el capital al trabajo y no a la renta financiera, y generar así una industria local fuerte, que genere puestos de trabajo, para que estos puestos de trabajo generen demanda, para que esta demanda genere necesidad de incremento de la oferta, y que esta necesidad vuelva a generar trabajo, y comenzar así a hacer funcionar el ciclo virtuoso de la economía que una día supimos tener y nunca debimos dejar que sea abandonado.
Una respuesta
Elvio
Coincido con lo expresado por Agustín en la descripción y en la propuesta de cambio de rumbo. Sería importante detectar como dicen los ” datos del año 2019 (fuente INDEC) arrojan que el 50 % de nuestras importaciones están compuestas por bienes de consumo y bienes intermedios, es decir, bienes que pueden sustituirse con producción local”, y comenzar YA a sustituir esas importaciones.