la policía de la memoria /vivian palmbaum

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No-Cosas[i] o la policía de la memoria

El filósofo Byung-Chul Han escribe sobre los quiebres del mundo de hoy en un pequeño libro que titula No-Cosas. Desde la centralidad del mundo desarrollado una reflexión que llega a nuestro tercer mundo con la brutalidad de los hechos.

Byung toma como punto de partida La Policía de la Memoria, una novela de la escritora japonesa Yoko Ogawa sobre un régimen totalitario que se encarga de controlar y perseguir la emergencia de los recuerdos. El filósofo japonés traza una analogía con el mundo actual donde la abundancia de información se convierte en esa policía de la memoria que nos impone una sucesión vertiginosa de datos que deja atrás, borra, las cosas del mundo y vuelve a la realidad espectral.

Se ha impuesto la necesidad de estar informado, de tener datos, y esa parece constituir hoy nuestra realidad. Vivimos en el mundo de la hipercomunicación, donde la realidad virtual se impone como una sucesión que se proyecta al infinito. Parece que estamos afectados por una epidemia que se nos impone: la infodemia. Nos hemos vuelto infómatas, autómatas de la información con su algoritmo, atrapadas y atrapados en esta sucesión incesante. Byung nos dice: “El orden digital, es decir, numérico, carece de historia, de memoria y en consecuencia fragmenta la vida”. Quedamos sumergidos en un panóptico, donde somos mirados a condición de no darnos cuenta de dónde viene esa mirada. Se impone una voracidad informativa sobre una cantidad de datos que alcanza una diversidad de campos, pueden ser noticias, diccionarios geografía, traductores, ciencia, filosofía, recetas de cocina, en fin, la lista es interminable. Si no estamos informados e informadas sentimos que quedamos fuera del mundo. Al igual que el consumo de cualquier otra mercancía que nos da ilusión de pertenencia.

El consumo de información acerca de las cosas se impone como una necesidad de saber, como si se pudiera alcanzar un saber todo, ya no son necesarias las cosas como realidades palpables. El saber aparece como una promesa de certeza. Pero ese saber se vuelve voraz y nos sumerge en el mundo hiperconsumible de datos, donde no hace falta otra materialidad. Byung nos descubre como cazadores de información cuya contracara es que estamos atrapados en esas redes invisibles. El mercado organiza nuestras elecciones sin que seamos conscientes de ello.

Se abren interrogantes: ¿para qué hace falta tanto saber?, ¿el saber es conocimiento?, ¿se puede alcanzar “el conocimiento”? Hay un saber que se valoriza en tanto se desecha otro saber que proviene de la experiencia, de la vida, de nuestros mayores; el saber de nuestras culturas que nos da el linaje nos remite a una pertenencia.

Byung-Chul Han nos señala: “La información circula ahora, sin referencia alguna a la realidad, en un espacio hiperreal. Las fake news son informaciones que pueden ser más efectivas que los hechos”.

Tuve oportunidad de asistir a principios de diciembre de 2021 a unas jornadas sobre “Lawfare[ii]” organizadas en Buenos Aires por la Secretaría de DD.HH. de la Nación.   

Lawfare o la llamada guerra jurídica basada en datos falsos destinados a la persecución judicial de dirigentes políticos y sociales. Quizás entre los casos más emblemáticos a nivel regional se hallan los de Luiz Inacio Lula da Silva, encarcelado por una operación judicial falsa o el golpe institucional contra Evo Morales.

Algunas exposiciones de las jornadas quizás sean pertinentes para reflexionar desde el texto de Byung-Chul Han. Guillaume Long, académico y ex ministro de Ecuador, explicaba cómo el discurso mediático tiene intencionalidades de deslegitimar a una corriente política e impone obstáculos a la hora de algunos procesos electorales. El politólogo portorriqueño Carlos Rivera Lugo, por su parte mostraba el uso que se hace del discurso mediático (fake news incluidas) para llevar adelante la guerra por otros medios. Adriana Salvatierra, ex senadora de Bolivia, Rafael Brito Londoño, académico colombiano, y luego Atilio Borón, expusieron sobre la persecución y criminalización hacia quienes integran los sectores progresistas y de izquierda de la política. Se lleva adelante, dentro de una profusión de datos falsos, y se enmarca en un contexto geopolítico en la región como escenario de disputa entre EE.UU. y el eje Rusia y China. Notemos que quienes son perseguidos quizás se constituyen en obstáculos para el discurso del poder dominante. 

Parece que no es neutro este empuje al saber que se impone, sino que sirve a determinados fines, asume el carácter de universalidad frente a la cual no hay mucha posibilidad de defensa. ¿Será posible pensar que esta voracidad de datos se impone construyendo una hegemonía articulada a cierta ideología?  

Byung-Chul Han analiza la hipercomunicación que se produce en el marco del capitalismo de la información al servicio de un individuo que parece producirse a sí mismo, donde el otro queda condensado en una pantalla, con esa compulsión a la información que nos aturde, a la vez que fragmenta nuestra atención. La sociedad de consumo penetra cada rincón. Quizás lo siniestro como señalaba Freud proviene de esa multiplicación de material informativo que nos adormece en respuestas universales provocando violencia y agresividad. Un saber que sutura y encuentra en el otro, en el semejante, un rival, un oponente y eso gira con una repetición incesante. El malestar en la cultura que se multiplica.

Me parece atinado recordar que Lacan proponía: “Mejor que renuncie quien no puede unir a su horizonte la subjetividad de su época”. ¿Qué subjetividad es la de nuestra época?

Como analista quizás decir que hay un saber que está en lugar de la verdad y que es la efectuación del discurso analítico que aporta ese poco de libertad. Enfrente ese saber que rechaza la verdad, que parece aportarnos esa información desmesurada, al servicio de multiplicación al infinito que parece bloquear  cualquier posibilidad de creación, de malentendido, de hiancia que nos permita escapar de las garras de estas redes condensadas de sentido que no permiten apertura a deseo alguno. Así esa policía de la memoria nos propone volvernos como el Frankenstein de Mary Shelley, autómatas compuestos por fragmentos que se unen en una figura al estilo de Frankenstein o el Hombre de Arena del cuento de Hoffmann.    

El libro, que vale la pena ser leído, nos muestra que parece que ya no necesitamos pensar porque una policía de la memoria nos acecha.

[I] No-Cosas, Quiebres en el mundo de hoy, Byung-Chul Han

[II] El lawfare en America Latina y su impacto en la vigencia de los DD.HH. realizadas en diciembre de 2021 en la ex Esma.



Vivian Palmbaum, psicoanalista, comunicadora,  miembro de Escuela Abierta de Psicoanálisis, del Movimiento por la Salud de los Pueblos y de la Campaña Plurinacional en Defensa del Agua


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