Escribir en presente / Fabricio Soldevila

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I

“Se van a ir al infierno por leer eso”, nos dice al pasar una profesora de Letras en el pasillo del profesorado; tenemos entre manos, con mi compañero, un libro de Marx. La profesora sigue su camino sin detenerse; nosotros sonreímos, como seguramente ella también lo hace, porque la conocemos. Aquella profesora, que por aquel entonces nos hablaba de los sumerios, del Avesta y de Troya, del Imperio romano y del español, fue la misma que nos introdujo a la lectura de la última gran intelectual del siglo XX, para pensar, junto con ella, los estudios literarios desde una mirada crítica cultural. Años después, aunque no fuera su materia, fue quien me acompañó cuando tomé la cátedra de Literatura Argentina, con el gesto de poner a disposición su biblioteca —entre sus libros, por supuesto, los de aquella autora que nos había maravillado: Beatriz Sarlo.

II

“Explicá la plusvalía según Marx”, le dice un profesor amigo, en una mesa de examen, a un alumno de la carrera de Periodismo: la pregunta queda suspendida, como si pudiera responderse sola; el alumno duda, pero la resuelve sin problemas. Yo estoy cerca, pero escucho desde más lejos: estoy perdido entre las páginas del libro que había retomado ese mismo día en horas de la mañana: Borges, un escritor en las orillas, de Sarlo. Al día siguiente, la autora moriría.

Esta última escena sugiere una única interpretación: la casualidad. La intertextualidad del recuerdo, de Marx a Marx, del presente al pasado, podría pensarse como un detalle. Sin embargo, cuando esta mañana me llegó un mensaje que decía “Murió Beatriz Sarlo”, volví sobre las primeras líneas por las que había entrado al libro —libro que en ese momento tenía conmigo, que abrí y releí: “Solo se puede sentir nostalgia de algo que se ha perdido”. Con esas palabras abre el capítulo “Tradición y conflictos”, para pensar, por un lado, la invención que hace Borges del pasado de Buenos Aires y, por otro, la discusión del autor con las invenciones —de Lugones, de Rojas— del Martín Fierro.

III

La posibilidad de volver a contar una historia nos permite imprimir en los hechos del pasado una lectura del presente. La ficción es una forma de repensarnos en lo real; el paso del tiempo, la distancia, es la inmaterialidad que determina el efecto. Los recuerdos, que son de sustancia similar, se confunden: diez años distan del primero, un día del segundo. El punto común es evidente, pero no así lo que motivó ese retorno. El diálogo con Sarlo, con sus pensamientos, seguirá en sus páginas —en los pliegues de sus páginas, y las invenciones se reconfigurarán hacia adelante, en cada lectura. Ahora: ¿por qué estas palabras, por qué esta pérdida? Si bien podemos pensar a la muerte, como tantos lo han hecho, como el comienzo de la inmortalidad, ¿qué queda en lo inmediatamente presente, en la nostalgia que no reconoce más que la ausencia? Y si “Escribir es [efectivamente] ponerse en peligro”, tal vez, esta escritura suspenda los sentidos inmediatos y me deje justo al borde de la página —del abismo: ¿qué hay más allá? Tal vez, y sin saberlo, ensayé este ejercicio de despedida, este reconocimiento póstumo, solo para agradecer a aquella profesora que sacó sus Escritos sobre literatura argentina, y nos dijo, antes de aventurarnos por primera vez en el pensamiento de Sarlo: “¿Leyeron lo que tenían que leer?” Inevitablemente, hoy vuelvo a escuchar su voz.

17 de diciembre de 2024.  

Nota en homenaje a Beatriz Sarlo de Fabricio Soldevila.

Fabricio Soldevila (1991). Profesor y Licenciado en Letras. Coordina el Profesorado en Lengua y Literatura (ICES). Participa en la Universidad Experimental y en la Feria del Libro Venado Tuerto. Dicta cursos y talleres en espacios culturales. Gusta de la relectura y de la reescritura.


Beatriz Sarlo dictando la charla abierta «La generación del 70», año 1987 Biblioteca Ameghino Venado Tuerto.

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