reseña de «cine líquido» de josé retik / alejandro ferrari

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Primero se extraña, luego se entraña

A propósito de: Cine Líquido, de José Retik, Córdoba: Borde Perdido Editora, 2022, 108 pp.

Con posfacio de Agustín Conde de Boeck

Por Alejandro Ferrari

La presente novela de Retik es, en cierta manera, espesa, por lo que admite, quizás más que otras obras mayormente planas y lineales, diversas capas de escritura, de lectura y de análisis.

Si bien el hilo de la narración fluye con claridad, la ausencia de separaciones en capítulos refuerza la impresión de continuidad que, gracias a una suerte de montaje paralelo, va haciendo progresar el conflicto narrativo.

Lo fundamental en él es el enfrentamiento en LA NACIÓN, entre dos organizaciones. Por un lado, la comandada por Die Höchstem (el Máximo) con su “Gestafo”, su libro Das Buch aller Sätze, susUninformados”, que entroniza a la propaganda como arma y objeto de fe y, por otro, la organización del Dr. Agosti con su Programa Autonómico Dominante (que evoca algo del laboratorio de los médicos científicos de la nouvelle La vida artificial de Horacio Quiroga) que pretende liberar a las cautivos de la propaganda (los ISOs).

La novela se inicia con un personaje (Tiberio), pivot de la narración, y que protagoniza, pasada la mitad de la obra, una suerte de novela dentro de la novela en el marco de la experimentación del cine líquido.

La función netamente connotativa en la elección de este título, por otra parte, nos lleva de la mano a la pregunta acerca de esta aparente contradicción entre lo fugaz de la imagen proyectada del cine y la consistencia, aunque indefinida, de lo líquido. Quizás sea la efimeridad la argamasa que une el título, como aparece también solapadamente al final de la novela: a la imagen no la podemos aferrar como tampoco lo permite un líquido, que se nos escurre por los dedos.

La presencia esencial y machacada de LA PROPAGANDA, y el contexto de fe aunque no teologal en la que es mostrada en la novela, nos lleva a rastrearla desde sus orígenes en el esplendor de la edad moderna y en los albores del barroco, cuando el papa Gregorio XV, en 1622, creó la así llamada Congregación de Propaganda Fide, cuya finalidad era la “propagación de la Fe Cristiana, por la cual los hombres son llevados al reconocimiento y adoración del Dios Verdadero, y a vivir sobria, piadosa y justamente en este mundo”.

Este empuje misionero-propagandístico, en territorios más allá de Europa, va de la mano de otra imagen, también presente en la novela, y que se asocia a este empuje del catolicismo: el de la militia Christi, que, si bien hunde sus raíces en la recuperación, por una milicia armada, de la llamada Tierra Santa, también extiende su significado al modo de compromiso (militante) con los objetivos de la institución.

La palabra propaganda que transcurrió inmaculada hasta la Gran Guerra, experimentó entonces un radical cambio: se secularizó, y fue partícipe de una gran revolución que involucró al cine y que estudió magníficamente Paul Virilio en su Guerre et cinéma: Logistique de la perception (1984).

La convergencia de guerra, tecnología y propaganda aportó un enorme potencial de movilización al cine, desde entonces medio de propaganda por excelencia, prestándose a las diversas formas de manipulación ejercidas por los gobiernos para dirigir el comportamiento y la participación de las masas en el escenario político.

Quien ya vio esto con clarividencia fue León Trotski en su artículo “El alcohol, la iglesia y el cine” (1923), donde afirmaba que “…el instrumento más importante de propaganda, el que supera de lejos a todos los demás es, sin duda, el cine”, por ser “fácilmente asimilable, atractivo, que se graba en la memoria”.

Entre guerras, el pensador Harold Lasswell desarrolló, incluso, la teoría de la “aguja hipodérmica” con la que subrayaba esta facilidad de inyectar una idea en las mentes de la mayoría de la gente mediante la propaganda, dejando que se realizara por medio del entretenimiento, cuando no se dan cuenta de que están viendo propaganda.

Este modelo de propaganda, incluyó (e incluye) diversas instituciones políticas, Ministerios de Propaganda y de Censura, etc. y tuvo su cenit en la práctica del fascismo y del nacionalsocialismo. Y es en este punto donde Retik captura a la propaganda para hacerla materia de su escritura, vinculada a este origen bélico y de persecución, fundamentalmente con marcas que evocan el nazismo, aunque también la última dictadura militar argentina.

Los recursos lúdicos que utiliza Retik en su obra, en el marco de la hipérbole y la parodia del realismo delirante, son variados: la utilización deliberada de mayúsculas (LA PROPAGANDA, LA NACIÓN, EL LIBRO, etc.), diversos juegos de palabras, eslogans, divertimentos, el uso del lunfardo junto a la descripción científica precisa, la presencia constante de la diéresis sobre la Ö, un libreto de teatro, entre varios medios.

La novela dentro de la novela que mencionamos, donde el protagonista (Tiberio, ISO 9001, Pardus) es trasladado a una isla con forma de dona donde se encuentra el mundo de la literatura, es, además, un tratado paródico sobre la misma creación literaria (algo ya esbozado por Retik en la reflexión sobre la teoría del autor en el capítulo “De puño y letra” de su novela anterior Los extraestatales especialmente con el texto “El ladrón de cuentos”).

Las referencias literarias explicitas e implícitas en esta parte son variadas, especialmente en los nombres empleados como Platón, Naná de Zolá, Asteronervo (en clara referencia a “La casa de Asterión” de Jorge Luis Borges) y con elementos del análisis literario.

Para ganar los garbanzos, Fernando Pessoa, el poeta de los heterónimos, entre otros dignos trabajos como el de traductor y algunos malogrados emprendimientos comerciales, trabajó como creativo para la primera agencia publicitaria de Portugal, en la década del veinte del pasado siglo. En este marco, y para la campaña de lanzamiento de la marca Coca-Cola en aquel país, creó el eslogan que rezaba: “Primeiro estranha-se, depois entranha-se”, que tradujimos en el título de esta reseña.

El ministro de salud de la época prohibió la comercialización del producto, seguramente apoyado en la supuesta condición adictiva de la droga, referida en el nombre de la bebida, y cuyo efecto parecía evocar el eslogan. De aquello, más allá de la anécdota del trabajo de Pessoa en la propaganda, quedó la genialidad del eslogan, cuya potencia estribaba en su brevedad, y en el ritmo logrado por los adverbios antes de cada verbo en su forma reflexiva, otorgándole un toque narrativo y una invitación a la experimentación.

Este fluido eslogan pessoano le cabe perfectamente al libro de Retik: la extrañeza inicial por el ropaje delirante con los variados recursos que emplea y el entrañamiento posterior, dadas las propiedades alcaloide-literarias de la bufotenina que nos sirve el autor (In bufotenina veritas), al dejar que haga efecto en los lectores, ni más ni menos, el cine líquido.


Alejandro Ferrari es investigador, editor y docente. Baccalaureatus (1993) y Licenciatus en Teología por la Pontificia Università Gregoriana, Roma 1997 y egresado del curso de Guion en la Escuela de Cine del Uruguay (2001). Realiza el doctorado en Romanística en la Bergischen Universität Wuppertal, Alemania, donde es investigador asociado del proyecto Horacio Quiroga y el Cine. Recientemente editó Si, soy uruguayo, pero… de Juan José de Soiza Reilly, Textos políticos, extraviados & dispersos de Horacio Quiroga con prólogo de Horacio Tarcus y El palimpstesto intencionado: el proyecto literario de Felisberto Hernández de María del Carmen González.

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