acerca de «lo que no te conté» de julieta tonello / maría gabriela polinori

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En literatura es común hablar de “la primera frase”. Sabemos la importancia que tiene el comienzo para enganchar al lector y seguramente podemos reconocer algunos memorables e incluso jactarnos de recitar los más conocidos. Con el libro de Julieta, me puse a pensar en la importancia del primer capítulo. El de Lo que no te conté es “todo lo que está bien” por decirlo de manera instagramera.

Le tenía miedo al ventilador de techo de la cocina nos presenta a la narradora, niña, y a este miedo del verano en la mesa familiar: padre, madre, hermano y hermana –Juli— y también una gata. El miedo se acentúa cuando hace mucho calor y el padre gira el ventilador al máximo. Juli sufre en silencio y no dice nada. Por fin, la madre entiende y le cambia el lugar, para alivio de Juli y de los lectores (ya identificados con la escena familiar y con Juli). Entonces, la frase que cierra el capítulo: Nunca se me ocurrió que fuera mamá la que pudiera romperse.

El encanto ya está hecho: necesitamos seguir leyendo para entender el doble juego: ya no es el ventilador. Es la madre la que puede romperse, y lo comprobamos en el capítulo siguiente.

A menos que sea en una edad muy avanzada o por una enfermedad, es muy difícil pensar la muerte de la madre, menos todavía que esta sea una decisión. Un intento de suicidio –perdón el spoiler— puede ser más tremendo que el suicidio mismo. Eso, permanece con nosotros. ¿Qué se hace con esa madre rota? ¿Cómo tratarla? ¿Preguntarle o no?

Preguntarse, buscar indicios en el pasado. Eso, ¿ya estaba allí? El hermano de Juli dice que la madre siempre fue medio depre, Juli nunca la vio así. ¿Cómo pueden tenerse distintas versiones de la misma persona ¿Cómo seguir?

Sabemos, de a poco, cómo sigue Juli. Con rabia, echando culpas al principio –la empleada de la farmacia que le vendió la medicación—, buceando en los recuerdos, reviviendo otros duelos, aferrándose a un encuentro casual del que puede surgir un amor o a un grupo de ayuda a familiares de suicidas.

Es este grupo el que le da a Juli la excusa: escribir. Y es esta la forma que encuentra la autora de narrar la historia. Juli, el personaje, escribe una carta. A quién, no lo sabemos enseguida.

La pérdida es un tema central en el libro: el amigo asesinado en la calle, la muerte de la gata de la infancia o la madre que se pierde una tarde en las vacaciones. Juli recuerda un juego que hacía la madre con ella y su hermano Lucho cuando eran chicos e iban al supermercado: taparse los ojos y avanzar por las góndolas sin perderse.

Y el miedo, que lo atraviesa todo, como el que los achecha en una tormenta cruzando el Paraná. Momentos secundarios en la trama que no pueden dejar de verse conectados a la historia central.

Pérdida, miedo, duelo, que se manifiestan en el cuerpo de Juli con el trastorno estomacal, con el pánico.

Pero también es una historia donde en ese duelo surge el deseo. “Del miedo se sale deseando”, dice Lila Feldman, psicoanalista. Y la escritura, no para sí, para otro (una carta), parece ser el camino para vehiculizar el dolor y reencontrar el deseo. De paso, «se escribe también con el cuerpo», dice Paula Vazquez.

Con los personajes femeninos se exploran también las distintas ideas de maternidad. La madre de Rulo era lo que “se esperaba” de una madre: cosméticos, ruleros, agujas de tejer. La madre de Juli no es como todas las madres. Mónica, la amiga de la madre de Juli, posterga la maternidad hasta después de los 40 porque prioriza su profesión.

Otros detalles del libro que son mucho más que detalles: Rosario. La presencia de las calles, los barrios, el Hospital Español, la iglesia San Antonio, el Regatas, el Paraná, la laguna del Saco. La familiaridad de los lugares, pero también de sus complejidades (Rulo es asesinado en la calle en un episodio suponemos común de la Rosario violenta de las últimas décadas).

Lo que no te conté es la primera novela de Julia Tonello y tiene el sello de Casagrande.

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