Bajo siete llaves, las siete vidas del gato, los siete días de la semana, las siete puertas de la sabiduría, los siete pecados capitales, los siete colores del arcoíris y las siete notas musicales. Elsa Drucaroff, escritora, profesora y crítica argentina se anima a responder Siete Enigmas.

LA LITERATURA
La literatura es un espacio de experimentación, un espacio de experimentación de relatos, es un espacio donde quienes escribimos imaginamos mundos alternativos, parecidos o peores a los que son o distintos o mejores, pero lo más importante es que son espacios donde podemos jugar con los significados de esta vida y de este mundo y de esta sociedad con una libertad, con la enorme libertad que nos da el hecho de estar adentro de la ficción. Eso es para mí la literatura: es un laboratorio de significaciones sociales en donde uno hace lo que se le da la gana y no tiene que rendir cuentas por eso, o por lo menos eso es para mí la narrativa.
ARGENTINA Y LAS VIOLENCIAS
Yo creo que todos los estados se han construido desde las violencias. Habría que pensar en la especie humana y las violencias, en la historia humana y las violencias. Argentina no es ninguna excepción, de hecho, la violencia recorre su historia de un modo tremendo. Diría que nuestro presente está muy atravesado por el trauma que producen violencias relativamente recientes, violencias de la segunda mitad del siglo veinte y, concretamente, la llaga tremenda de la represión de la dictadura terrorista burguesa 76/83; esa es una violencia que ha quedado marcando a la Argentina, sobre todo porque durante muchísimo tiempo fue impune y fue posible reivindicarla. Hasta hoy late el intento de reivindicarla en cierta gente. De todas formas, yo creo que la violencia está adentro, en el corazón mismo de la realidad social y creo que no se puede mantener un discurso hipócrita respecto de toda violencia. Hay violencias y hay violencias, una cosa es la violencia de quien se defiende y otra cosa es la violencia de quien ataca. Una cosa es la violencia de quien roba y saquea a la mayor parte de la gente las posibilidades de vivir y otra cosa es la violencia con la que esa gente puede responder. Me molestan los discursos que dicen estar “contra todo tipo de violencia”, son profundamente hipócritas, porque entonces tendríamos que empezar por impugnar a José de San Martín, que no se armó por orden de un estado o de un país –en todo caso fue a proponer él la idea de cómo hacer la guerra a algo que ni siquiera era un estado, no había Argentina todavía, no había una nación que pudiera ejercer la violencia “oficial”, legitimada por instituciones, además San Martín hizo bastante lo que se le dio la gana y desobedeció a Buenos Aires cuando Buenos Aires lo llamó para que participara en violencias con las que él no estaba de acuerdo. Quiero decir: San Martín reivindicó y utilizó la violencia y si hubiera perdido, si la causa de la independencia hubiera sido derrotada, hoy se lo consideraría un peligroso subversivo, hubiera sido recordado así. Así que la hipocresía de condenar toda violencia es una estupidez, es básicamente una hipocresía; además lo suele condenar gente que, al mismo tiempo, pide violencia.
LOS ENIGMAS
Los enigmas… La verdad es que no sé qué me querés decir con los enigmas. Te puedo decir lo que me sale, me sale decir que creo que cuando yo escribo cuentos o novelas, tengo enigmas que no sé si soluciono cuando los escribo, generalmente los ahondo. No me gusta la literatura que da respuestas. Yo sé que es imposible que no haya alguna respuesta en los mundos que una crea, porque una crea los mundos a partir de su propias ideas y experiencias y aparecen algunas respuestas, pero creo que lo que vuelve valiosa una obra de arte, más que esas respuestas, son las preguntas, las preguntas que quedan ahí en tensión, sin respuesta. Con eso asocio enigma…
ARGENTINA Y EL PENSAMIENTO CRÍTICO
Yo soy una defensora del pensamiento crítico, estoy casada, comprometida con el pensamiento crítico. El pensamiento crítico es mi única militancia, en el sentido de que nunca he podido pertenecer a una organización que me exija abandonar mi pensamiento crítico; todas las organizaciones políticas que conozco, organizadas e instituidas, de todas las tendencias, en algún momento le piden a la gente que milita para ellas que abandonen su pensamiento crítico. A la Argentina le falta mucho pensamiento crítico, la Argentina le tiene miedo al pensamiento crítico; al mismo tiempo hay algún pensamiento crítico muy interesante en la Argentina. Si me estás hablando de cuál es el estado actual del pensamiento crítico, diría que es un poquito mejor que hace algunas décadas, se han abierto algunas posibilidades de discutir y pensar cosas que antes no se podían pronunciar pero eso no significa que esté bien. Me molesta mucho cómo se establecen en cada momento histórico ideas políticamente correctas que no pueden tocarse.
Y pasamos al Feminismo, que también hoy a veces tiene que ver con el intento de establecer eso: “verdades” que no pueden tocarse. Yo soy feminista desde que tengo veintipocos años, en el fondo creo que algo mío fue feminista desde que nació pero de eso creo que nos damos cuenta todas las mujeres cuando entendemos el feminismo. El feminismo es simplemente la puesta en conciencia de una sensibilidad, una sensación, una disconformidad con la que convivimos todas las mujeres desde el inicio de nuestras existencias. Es una puesta en conciencia de la que no hay vuelta atrás. El feminismo es un pensamiento crítico pero cuando llega a tener hegemonía, como ahora, también aparecen sus correcciones políticas, sus modas, sus intentos monológicos de callar y acallar cualquier discusión, como pasa con todas las ideologías que de algún modo se institucionalizan. Me alegra muchísimo que en este momento el feminismo haya logrado dejar de ser lo que fue durante casi toda mi vida: un tabú, una vergüenza, una ridiculez, ideas por las que una tenía que disculparse o soportar burlas o salir a defender en soledad, incluso frente a mujeres que hoy dan lecciones de feminismo pero que -me consta- hace muy poco tiempo eran las primeras que me discutían, salían a diferenciarse del feminismo y decían frases como “yo no soy feminista ni machista”, una frase muy ignorante porque el machismo es un prejuicio discriminador y el feminismo es un extraordinariamente complejo y rico (y desconocido) corpus de teorías interdisciplinarias y una posición política. Hoy por suerte nadie dice esa frase pero espero que cuando retroceda esta ola no se vuelva a decir.
Estoy muy contenta de que el feminismo como cuerpo complejo de ideas haya logrado despertar la escucha de la sociedad y cierta curiosidad en mucha gente. Estoy también triste porque creo que muchas veces se habla del feminismo con ignorancia, se habla como si fuera uno solo, por ejemplo, se habla con una sola voz y a veces hay muy poco interés en que el pensamiento crítico ponga en tensión y en cuestión cosas que ciertos feminismos dan por sentadas con demasiada velocidad pero que son muy muy complejas. Lo último que te puedo decir sobre feminismo es que es el único cuerpo de ideas que intenta algo así de subversivo, muchísimo más subversivo que el marxismo y que el psicoanálisis; porque el marxismo ha cuestionado toda la historia de la especie humana, empezó por cuestionar que el modo de producción de riqueza en que hoy estamos, el capitalismo, sea natural, el único posible, alumbró que la historia entera se puede contar desde la lucha por la distribución de la riqueza, ok, pero para hacer todo ese inmenso cuestionamiento puede ponerse afuera del capitalismo, puede demostrar que hubo otras formas de producción y distribución de riqueza … Puede decir, después de todo, que el capitalismo tiene 400 años y la humanidad muchos miles y puede mirar desde otro lugar, desde otros lugares, deconstruyendo la obviedad del sentido común no crítico que dice que el capitalismo es la única forma de construcción de riqueza y disimula que hay lucha por la apropiación de esta riqueza. El psicoanálisis tiene también un enorme poder subversivo , miró toda la especie humana desde la fuerza que hace el inconsciente, mostró que no es la razón lo que caracteriza a la especie humana y esto es enormemente subversivo, pero para hacerlo, para examinar objetivamente o sistemáticamente lo que es el inconsciente humano, el psicoanálisis tiene un territorio afuera del inconsciente humano: el consciente y la razón; desde ese territorio puede observar el inconsciente humano. En cambio el feminismo no tiene un afuera, tiene que inventarlo. Se propone también replantearse toda la historia de la humanidad mostrando que el patriarcado no es la única forma posible para producir personas. El problema es que no hay un afuera del patriarcado desde el cual podamos ponernos para pensar el patriarcado, en tanto como mujeres y como varones nos hacemos adentro del patriarcado; en tanto los géneros trans, los géneros alternativos que no son ni mujeres ni varones, también se construyen adentro del patriarcado y el patriarcado está infiltrado en nuestras cabezas del modo más tremendo. No está siquiera realmente comprobado que en algún momento de la Historia haya habido sociedades donde las mujeres no estuvieron oprimidas. Hay teorías, hay indicios pero no son conclusivos. En ese sentido, el feminismo creo que es el movimiento más subversivo que existe en tanto cuestiona todo, cuestiona absolutamente todo, desde el origen, desde el comienzo y tiene además el terrible desafío de que la cabeza feminista que está pensando tiene que deconstruirse e inventar un territorio desde donde pensar, porque si no, no puede pensar; tiene que mirar críticamente qué clase de mujeres somos, qué ha hecho el patriarcado con nosotras, para poder recién ahí cuestionar el patriarcado, o hacerlo en ese mismo acto. Quiero decir no hay un antes y un después en este movimiento crítico: sin ese cuestionamiento a nosotras no podemos tampoco cuestionar qué es el machismo o qué son los varones, cómo funcionan las relaciones de poder en la producción de personas, que de eso se trata el gran descubrimiento del feminismo: de que el poder y la violencia están imbricados en el proceso mismo en que nos hacemos personas. Ese es el sentido más profundo, creo, de la famosa consigna feminista “lo personal es político”. Se trata de mostrar que la producción de personas no es la producción de riquezas, es algo específico que debe pensarse específicamente, sin diluirlo en la otra lógica, y que en la producción de personas el poder circula de una manera totalmente diferente que como circula en la producción de riquezas.
LA PANDEMIA COMO INTERRUPCIÓN
La pandemia es por un lado la evidencia de hasta dónde este mundo patriarcal y capitalista nos ha llevado. Cuando digo patriarcal y capitalista, digo que por un lado la pandemia es la prueba de que “el hombre” no tiene, no posee la tierra, no tiene al planeta; la versión acrítica es que gracias a que “el hombre” posee razón y la razón trae “progreso”, “el hombre” tiene el derecho de transformar el planeta como se le dé la gana; la pandemia evidencia que es más bien al revés: el planeta tiene monos, tiene cucarachas, tiene ratas, tiene también esas personas que pueden ser mujeres, varones u otras cosas y deliran con tener derecho a hacerle al planeta cualquier cosa. Pero aunque la disolución de los glaciares o la polución o la desaparición de especies o de aguas limpias nos vienen advirtiendo que esto no es así, llega la pandemia y no podemos cerrar más los ojos. Estamos obligades a respetar las reglas del planeta porque si no, los calentamientos globales y los espantos que hacemos tienen consecuencias. La pandemia no es la primera evidencia de las cosas que le hacemos a este planeta, pero sí es la primera evidencia absolutamente insoslayable que ha puesto en cuestión de una manera descarnadamente inmediata la propia supervivencia económica de la especie humana. Entonces, la pandemia podría ser una enorme oportunidad… Aunque quién sabe si la necedad patriarcal y capitalista, si su infinita estupidez y ceguera, serán capaces de retroceder para que la humanidad aproveche esa oportunidad. En este sentido relaciono la pandemia con el patriarcado: en que se estrella contra la idea tan patriarcal de posesión: “el Hombre” con mayúsculas poseyendo el planeta, poseyendo la tierra; ahí “hombre” es el falso universal que cree aludir a toda nuestra especie pero deja a más de la mitad afuera, porque en realidad es profundamente masculino.
Esta idea de que tengo una razón que me hace superior y por eso poseo me es en el fondo ajena, si la pienso un poquito como mujer. Nosotras podemos decirlo: no tenemos que preservar la posesión de nada, lo que sí tenemos que preservar es la posibilidad de la vida. Claro, que las mujeres estemos en mejor situación cultural y política para estar menos ciegas y decir esto no significa que todas las mujeres lo digan. Y obviamente es evidente la relación que tiene con el capitalismo este discurso de la posesión del planeta para hacer con él lo que nos conviene, es decir, para explotarlo, es evidente la relación de la polución, del avance descontrolado de virus, del deterioro del planeta y de la vida con el capitalismo.
En un sentido íntimo ahora, a mí la pandemia me resultó un limbo, me resulta aún un limbo raro, estamos saliendo de este limbo pero de una manera muy insegura, muy desconfiada y por otra parte con la certeza de que si no hay pronto vacunación masiva, va a haber pronto una ola nueva; y bueno, la interrupción que trajo la pandemia a mí, personalmente, me vino bien para escribir, estuve escribiendo mucho, estuve escribiendo cuentos con una entonación y unas temáticas que hasta ahora no había trabajado; se me abrió una cierta compuerta creativa que me asombró aunque por supuesto el encierro también me llenó de angustia, de incertidumbre y de horror. Pero sé lo que la cuarentena ha sido en concreto para tanta gente y me considero una privilegiada porque seguí cobrando mis sueldos, dando clase, trabajando en lo que me gusta, seguí más o menos teniendo posibilidades de supervivencia, no vivo en una casa chiquita y tengo patio.
SIETE LIBROS
Elijo cuatro libros que atraviesan mi vida porque vuelvo constantemente a ellos de un modo u otro, y elijo 3 libros que descubrí en los últimos años y me gustaron mucho.
Cuatro que atraviesan mi vida:
1) Poemas humanos, César Vallejo,
2) El primer ensayo de la filósofa feminista Luisa Muraro, no traducido al español todavía: Maglia o uncinetto, racconto linguistico-politico sulla inimicizia tra metafora e metonimia (Tejido a dos agujas o tejido al crochette, relato lingüístico-político sobre la enemistad entre metáfora y metonimia),
3) Nueve cuentos, Salinger
4) Mrs. Dalloway, Virginia Woolf.
Tres novelas más recientes que me sacudieron profundamente (todos argentinos, porque es lo que leo constantemente por motivos profesionales):
1) Los topos, Félix Bruzzone,
2) Distancia de rescate, Samanta Schweblin,
3) Chabrancán, Pablo Baler.
Dejar un comentario