SIETE ENIGMAS (Tamara Tenenbaum)

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Bajo siete llaves, las siete vidas del gato, los siete días de la semana, las siete puertas de la sabiduría, los siete pecados capitales, los siete colores del arcoíris y las siete notas musicales. Tamara Tenenbaum*, filósofa y escritora, se anima a responder Siete Enigmas.

LITERATURA Y FILOSOFÍA

La relación entre literatura y filosofía puede ser muy interesante y muy complicada. 

Especialmente desde el lugar del hacer pienso lo complicado, porque en el lugar del hacer yo tengo mucho cuidado o trato de tener cuidado de sacarme el sombrero de filósofa cuando escribo literatura. Lo otro no, la inversa no la hago.

Pero eso, por una cuestión de formación personal, para mí es más importante sacarse el sombrero cuando hacés literatura que a la inversa. Porque hay un problema de la posición filosófica que es tratar de entender y tratar de ser claro y hay algo de eso que en la ficción puede terminar en una bajada de línea. Terminar en algo que no es la que más me interesa en la literatura, lo que me interesa es lo no claro, lo que no se entiende. Por supuesto que no se entienda como un error, o sí, pero un error que tiene música, que tiene gracia. 

Entonces, para mí, hay que sacarse el sombrero y fue lo que más me costó siempre. Y lo que más me costó a la hora de encontrar una voz literaria, un proceso que todavía está funcionando. Pero si ya mostré cosas en el mundo es porque creo que se podían mostrar, no sé si están buenísimas pero se podían mostrar. 

Los primeros textos que hacía no se podían mostrar por eso, porque eran muy bajada de línea. Había algo que no encontraba. A la vez, era muy lectora de literatura y sabía que eso no me gustaba pero no me resultaba tan fácil salir de ese lugar. 

Aunque paradójicamente me sirvió después para mi filosofía, para mis ensayos, para mis cositas. No solamente para escribir mejor sino también para correrse de un lugar de la certeza, de un lugar que la filosofía te puede enseñar. Después sí creo que la filosofía es una herramienta maravillosa para leer y para pensar la literatura, ahí no me parece que haya nada que reste. Pero en el lugar de la producción a veces puede ser complicada esa navegación.

AMOR Y SEXUALIDAD

Nunca sé qué decir sobre esto. Es muy extraño como quedé hablando de estos temas, porque yo no sé grandes cosas sobre el amor y la sexualidad. 

Hay gente que tiene lo que llamo “un cuerpo sabio”. Hay gente que va por la vida con una sabiduría del cuerpo y del amor que es fascinante. No es mi caso. Me cuesta bastante todo ese tema. 

Soy bastante desapegada pero si hay algo que encontré que es el amor y la sexualidad como vía de entrada a la filosofía y al pensamiento me interesan mucho.  Me interesa mucho el pensamiento de algo que mucho tiempo se pensó como algo que no hay que pensar demasiado. Eso me interesa. Sobre eso se cargaron tantos sentidos, sobre lo que no había qué pensar. En un momento porque era pecaminoso y después porque era más instintivo. Todo lo que se dice que es instintivo me interesa pensarlo de otra manera

Hay algo de lo humano que se juega en el amor  y la sexualidad, del nudo entre la naturaleza y la cultura que se juega ahí y es hermoso.

DESEO Y FEMINISMO

Para mí el feminismo no tiene que ver con otra cosa que no sea el deseo. El feminismo apareció en mi vida y en la de muchas otras a partir del deseo de lo que te estaba vedado, de hacer cosas que te estaban vedadas. En mi historia en particular eso tiene que ver con la religión. Pero en las historias de muchas también tiene que ver con la violencia, con  la clase social, y también con la soledad en las que nos deposita a las mujeres el patriarcado.

Hay algo del deseo de encuentro con otras mujeres que también aparece. Es un deseo de libertad pero también un deseo de comunidad. Y en ese sentido cualquier forma del feminismo que estigmatice el deseo, sea de las mujeres o de los varones, o que estigmatice cualquier tipo de deseo (por ejemplo  el deseo trans) o que se proponga algo que tiene que ver con la prohibición y con el ascetismo, me repele mucho. 

Es el deseo de libertad y el deseo de comunidad lo que me convoca y me sigue convocando en un campo que a veces se pone muy explosivo. Todavía nos la cobran cuando queremos actuar en el campo feminista y lo que nos mantiene ahí, por lo menos lo que me mantiene a mí ahí, es el deseo.

PALABRA Y MÚSICA

Justo pensaba en esto en estos días en relación con el disco nuevo de Fiona Apple, de quien soy muy fan desde siempre. 

De todas las músicas que me gustan que son muchísimas. O varias por lo menos. Mis matriarcas de la música son Joni Mitchell, Björk, Fiona Apple, Y Tori Amos. Y de todas ellas, Fiona Apple es la que más cerca está de mi generación. Es la que viví en vivo. La viví en el sentido de descubrirla, ella estaba actuando cuando yo era adolescente. 

Y estaba escuchando su ultimo disco «Fech The Bolt Cutters» y pensaba en lo que se arma ahí. Cómo ella va a encontrando texturas que no son redundantes con la palabra, sino que le dan otro color. Pienso que en la literatura hay algo que está bueno de eso mismo. Cuando la música de las palabras no redunda y repite necesariamente lo que se está diciendo, sino que, o bien lo redobla. 

Si lo repite puede ser un efecto que funcione pero también que le dé otro color. Cuando  va en una dirección distinta de donde debería ir el sentido de las palabras. Cuando quizás estás contando una escena de sexo que debería ser fluidísima y no se qué y lo que hacés es algo más stacatto. Cortado, tac. Sin adjetivo, sin nada. 

Uso muchas las palabras stacatto y uso mucho esas palabras porque a mí me interesa mucho escribir como haciendo música.

Yo canté desde chica, Canté mucho en coro, mucha música académica. Entonces estoy acostumbrada a pensar los textos de ficción y no ficción como partituras. Y en este sentido pienso muchos en los colores y en los momentos: ahora viene un stacatto, después un crescendo y cuando llega el final un diminuendo.

Me pregunto siempre: este final cómo va a ser, un final en fortissimo o en pianissimo. O un forttisimo y después un piano súbito., De hecho hay un final de un cuento que lo pensé exactamente así. En general mis finales son en pianissimo. Pero el de un cuento que se llama “Otro instrumento”  recuerdo haberlo pensado “tiene que haber un fortissimo y después un piano súbito». 

Pienso mucho en ese tema. Me ayuda en todo lo que es la estructura. Y esto también lo leí en una entrevista que le hicieron a Lydia Davis, que tocaba el piano y me sentí muy identificada: que todo lo que es la idea estructura yo no lo saque tanto de la literatura como de la música, de cómo se estructura una pieza musical.

PODER

Este probablemente sea el tema que más me interese en el mundo. Definitivamente. Cuando pienso en el feminismo, en el género y en la clase, y en la raza, son todos temas que me interesan mucho; y lo que me interesa es eso: el poder. Cómo el poder toma distintas formas y sobre todo cómo se evidencia en lugares donde supuestamente el poder no está. 

Me interesa cómo se produce y se reproduce el poder en las instituciones pero también, y más que nada, cómo el poder opera en lugares donde parece que no está operando. Como antes se pensaba qué era la sexualidad o cómo se piensa que son las casas. 

Y también me interesa porque es el problema sin salida. No nos imaginamos sociedades sin poder. Tampoco sabemos si eso es lo deseable. ¿Un mundo utópico es un mundo donde no hay poder? La utopía es la igualdad. Pero ¿ahí significa que no hay poder? ¿Hay poder sin desigualdad? ¿Hay un poder posible sin que haya fuertes y débiles, sin que haya víctimas?

Yo lo pienso mucho en relación con las fantasías, con el tema de la sexualidad. Me acuerdo un texto de Nora Ephron, una ensayista norteamericana, que escribía sobre su fantasía más oculta. No la terminaba de escribir pero era una fantasía de humillación. Una fantasía de violación, que es muy común. Muchas mujeres las tenemos.

Ella decía algo así: “¿cuándo voy a ser lo suficientemente feminista para no tener estas fantasías?”. Y por supuesto que hay una respuesta trivial a eso: “bueno, las fantasías son neutras”. Pero eso no es verdad. Pero tampoco son castigables, juzgables ni algo que tengamos que trabajar moralmente, de ninguna manera. 

Es interesante la fantasía del poder, porque quizás significa que hay algo del poder que es inherentemente erótico. O la inversa, que es preocupante, que quizás hay algo del erotismo que inherentemente tiene que ver con la diferencia, con la desigualdad, y eso es complicado. Quizás no es inherente a todas las personas y solamente nos pasa a algunas personas.

Pero me interesa mucho en términos políticos. En la facultad me dediqué a eso. Mi tesis de grado no fue sobre género ni literatura, fue el diálogo sobre socialismo y democracia y la posibilidad de convivencia de socialismo y democracia. Porque ¿qué sería realmente hacer estallar el poder, realmente romper el poder en 1000 pedazos? 

Una democracia radical y un socialismo radical (no en el sentido de la UCR). ¿Cómo se confinarían esas cosas, cómo se nutriría eso? Más allá de si es viable me interesa si a la gente le erotiza esa utopía. A mí me erotiza mucho porque tengo una sensibilidad por la social democracia, pero no veo que a mucha gente le interese esa utopía. Quizás tiene que ver con que el poder tiene algo inherentemente erótico de lo que no podemos salir.

RUPTURA

Soy muy fan de la ruptura en todos los niveles. Si venís y me preguntas si te tenes que separar voy a decir que te separes, aunque no sepa nada de vos y de tu vida. Por lo general porque la gente que viene y pregunta es porque se quiere separar. 

Pero también hay algo que tiene que ver con que cada uno tiene su sesgo cognitivo: el mío es a favor de la ruptura. Hay gente que tiene el sesgo contrario: a favor de mantener lo que hay. El mío es a favor de lo nuevo, de lo distinto. Por supuesto como todo sesgo a veces hace que te equivoques y favorezcas rupturas que no tienen sentido y favorezcas revoluciones porque sí. 

El sesgo del rebelde sin causa. Tiene que ver más con mi historia personal. Todas las rupturas me vinieron bien. Y sin algunas de ellas hoy no estaría viva. Si me pregunto qué hubiera pasado si no hubiera salir de mi vida religiosa y sé lo que hubiera pasado, me hubiera matado eventualmente, es muy sencillo. 

Y bueno, literariamente, también tengo como un sesgo a favor de las historias con héroe moderno o moderna que rompe con los cánones sociales y su comunidad y su expectativa. Rompe con, rompe con, rompe con. Tengo un sesgo con esas historias porque tengo también eso: un amor por la modernidad que no se quita. Pero estoy tratando de pensar por fuera de eso también. No sólo en términos literarios sino también políticos, éticos. 

Trato de pensar ¿qué hay por fuera de la ruptura?

SIETE LIBROS

Por supuesto, toda elección de libros es circunstancial. Van a tener que ver con los que me interesan en este momento de mi vida y de esta época.

Aunque algunos son temporales. Anna Kanerina (León Tolstoi), es la mejor novela de todos los tiempos en cualquier día.

Otro libro que me gusta en general todos los días: Cumbres Borrascosas (Emily Brontë).

Uno de mis libros favoritos es La mujer singular y la ciudad de Vivian Gornik.

El nervio óptico de María Gainza para mí es una de los mejores libres de la literatura argentina en general y de los últimos veinte años.

Quinto libro, La campana de cristal de Sylvia Plath, un libro que me gusta para siempre y para toda la vida.

Y de filosofía que no dije ninguno, Historia de la sexualidad, tomo I (Michel Foucault). Tal vez mi libro de filosofía favorito.

Ah, y otro libro de filosofía que me gusta muchísimo. Cerremos con ese. No al futuro de Lee Edelman. Lo recomiendo muchísimo.


*TAMARA TENENBAUM

Nació en Buenos Aires en 1989. Aunque su primer departamento estuvo en Chacarita su infancia transcurrió mayormente en el Once, donde todavía vive su mamá. A los 12 años probó el jamón por primera vez y supo que la calle San Luis no existía fuera de su barrio. Trabaja como periodista y docente universitaria y cuando puede pagarse el tiempo escribe libros. Se recibió de Licenciada en Filosofía por la UBA para no tener que ponerse creativa en las biografías, pero igual nunca se puede resistir.  

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