
Hacer del infierno carcelario un mundo posible de ser transitado, vía escritura, es la operación que Laura Peretti propone en su práctica profesional y al mismo tiempo, la operación que le permite a ella habitarla. De aquellos tránsitos surge este libro.
Este libro es el modo en el que Laura inventa una condición de posibilidad frente a los abismos a los que la cárcel como maquinaria des-subjetivante empuja. Vidas y escrituras en la cárcel es un libro teórico, en un sentido fuerte, en el que la autora lleva adelante un recorrido exhaustivo de lecturas así como su propio trabajo de pensamiento, su particular trabajo teorizante, apoyado en el conocimiento y la investigación psicoanalítica, filosófica, política y del discurso jurídico. Pero no es solo eso, y creo que su lectura más que impregnarnos de una estela de conocimiento teórico, nos deja –más que ninguna otra cosa- la fuerza patente y potente de una experiencia. La experiencia habitada en el tiempo y en el espacio, en puertas de entrada, pasillos, cuartos, dentro de la cárcel y en los bordes de ésta, la experiencia que desarticula la encerrona tribunalicia y la torna escena humanizante y humanizada.
¿Es posible el psicoanálisis en la cárcel? ¿Es posible conjugar términos tan incompatibles como cárcel y salud mental? El psicoanálisis forma parte del trabajo de pensamiento y escritura de Laura, pero además, y quiero subrayarlo, sostiene un conjunto de intervenciones del que este libro es testimonio. Intervenciones que sólo una psicoanalista puede hacer, aún en un territorio en principio –aparentemente- tan ajeno a su práctica más difundida. Vidas y escrituras en la cárcel hace especial hincapié en el trabajo con las palabras, en la puesta en valor de las palabras y la escritura como usina de resistencia, elaboración, restauración vital y transformación de existencias sufrientes, pero no sólo se trata de palabras. Laura narra el lugar que han ocupado sus silencios, sus miradas, sus decisiones y gestos concretos, encarnados. No son gestos ampulosos ni sofisticados, muchas veces se ha tratado de gestos mínimos, micro políticas de ternura y ferocidad, todo eso junto, capaces de dar buenas batallas y de permitir encrucijadas donde no las había. Diría, mientras escribo me doy cuenta, son gestos dignificantes para la condición humana: el derecho a morir y parir, a criar dignamente, el derecho a la intimidad, el derecho a menstruar, a declarar, a callar, a duelar, a nombrarse, incluso el derecho a narrar, en cada ocasión en el que los guiones pre-establecidos por el dispositivo carcelario (dentro y fuera de la institución carcelaria) acorrala y fija destinos. Entonces, la escritura excede el terreno de la hoja y el lápiz, y revela su condición inventiva descomunal, con su potencia emancipadora. En las páginas de este libro veremos, por ejemplo, a una jueza y a alguien a quien ella misma ha condenado, conversar, compartir y encontrarse. Escribir nos modifica, altera los papeles que el poder ordena y administra, altera los papeles porque escribir a veces puede cambiar la historia, porque también cambian los lugares asignados y anticipados, por otros nuevos. El poder punitivista desapropia de voz, hasta despoja del derecho al silencio. El poder punitivista restringe la palabra como resorte privilegiado de los circuitos pastorales: el corral del arrepentimiento y la confesión. El trabajo con la escritura es su radical contracara.
A contrapelo del poder y sus crueldades, entonces, este libro sitúa su marca. Le devuelve al lenguaje su indefinición estructural, agujereando los sentidos que el dispositivo carcelario, jurídico y legal se dedica a sellar. Parecía que estaba todo dicho, hasta que alguien (en este caso la autora) se atreve a leer todo de nuevo. Laura escribe porque decidió leer como si fuera posible leer por primera vez, como si fuera posible leer todo de nuevo (sólo a modo de ejemplo, leer de nuevo qué se entiende por “secreto profesional” y cuales derechos y obligaciones le corresponde). Leer y escribir fabrican material inédito. Desarman los “versos” con los que la institución opera. Rompen literalidades. Le restituyen a la vida su condición inacabada, des-editan “sentencias” y “penas”.
Laura hizo –aquí– del leer y escribir, intervención poética y política, registros de lo posible. Aún abiertos, no concluidos, aún porvenir, más acá y más allá de la cárcel.
Vidas y escrituras, prácticas de lo posible de Laura Peretti fue publicado este año por Editorial Juris. Laura Peretti es Psicóloga egresada de la UNR, especialista en Psicología Forense y docente de la UNR. Se desempeña como psicóloga en el dispositivo interdisciplinario de salud en cárceles pertenecientes a la Dirección de Salud Mental de la Provincia de Santa Fe.
Lila Feldman es escritora y psicoanalista, y escribe la contratapa de este libro.

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