agítese antes de usar / julieta micozzi

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Manual de supervivencia a protocolos de actuación

  1. LEA ATENTAMENTE LAS INSTRUCCIONES —o lo que es lo mismo, internalice los pasos a seguir tal como se debieron aprender en alguna oportunidad las tablas de multiplicar o el preámbulo de la Constitución—. Para ser usted unx buenx ejecutante de la acción y para que ésta sea eficaz y eficiente no se debe saltear ningún ítem, debe emprender la tarea sin intromisión de sentimientos ni empatía que obnubile su proceder.
  2. AGÍTESE FUERTE —o lo que es igual, ponga a circular la problemática con todos los estamentos del Estado o privados que estén implicados en ese conflicto—. ¿La persona está en situación de calle? ¡Comuniquémonos con desarrollo social! ¿La persona tiene unx hijx con discapacidad? Hablemos por el CUD ¿La persona no terminó la escuela primaria… no había un programa que se ocupaba de eso? La persona sufrió violencias por razones de género, ¿qué dice el Municipio? ¿Y la provincia? ¡Pero no olvidemos a Nación! Plantee a la persona alternativas que sabe no suficientes y carentes de integralidad. Se puede llamar a tal centro de día, sabemos que desde el Municipio brindan bolsones de ayuda, ¿hay alguien en tu familia que te pueda acompañar? Y así vamos, agitando, tocando puntos neurálgicos sin armado de red, funcionando desfuncionalizadamente, como si cada problema fuera algo a atender por separado, fraccionando a la persona y las intervenciones, armando una gran pila de actuaciones al modo “jenga”, donde cada maderita se cruza con la otra pero no se conjugan en un pilar rector sino que se amalgaman en un tembleque a la deriva.
  3. QUITAR LA TAPA DEL PRODUCTO —o lo que sería lo mismo, abrir las puertas de la afección más profunda para la persona o “escuchar activamente” del lado profesional—. Aunque parezca que es una materia de la facultad o una parte de un “tomo de Amorrortu”, nadie enseña a escuchar así, pero de pronto se escribe en un listado de pasos que esa es la forma de recepcionar el dolor más descarnado. Eso que se abre, viene con formulario de escucha, como si hubiera un modo general de atravesar el sufrimiento. Pareciera que sí o sí tendrían que contarnos todo el padecer, para tener la medalla del o de la buenx escuchante. Más sufre la persona, más dispositivos se ponen a andar —como señalamos en el paso previo—, porque dispositivos no faltan pero lo que sí escasea es la última parte de ese vocablo, lo “positivo”.
  4. PRESIONE LA VÁLVULA, o lo que sería lo mismo, esparza su confianza en que alguno de estos estandartes de campaña estarán a la altura de la circunstancias. Sí está vez, ojala que sí, deseando con todas las fuerzas.
  5. DISTRIBUYA EL PRODUCTO EN LA ZONA AFECTADA —o lo que es lo mismo, mire a la cara a la persona que requiere acompañamiento, observe a sus compañerxs de equipo (si es unx de lxs priveligiadxs que cuenta con esa posibilidad), piense rápido, intente una salida lo más factible y abarcativa posible, ruegue en su fuero íntimo porque sea efectiva, dese unos segundos para sentir el corazón roto porque nuevamente está en una intervención destinada al fracaso por unilateral—. Respire hondo, esta persona lx necesita, recompóngase y siga avanzando con los sucesivos pasos.
  6. DEJE ACTUAR —o lo que es lo mismo, arme la estrategia para  su propia oficina porque por más que sabe que una vez que la persona salga de allí usted no la verá más, no habrá seguimiento ni monitoreo, ya será incumbencia de otra institución o de otro sector diferente al que usted se desempeña—.
  7. LIMPIE LA ZONA PULVERIZADA —o lo que es lo mismo, deje asentada la actuación de modo prolijo en estadísticas bonitas para el protocolo de actuación—. Pensar que esto es mejor que nada, que son poblaciones vulnerables, que se necesita cierto orden, que usted ha apelado al paso por paso en el unx a unx y todas esas parábolas de adecuación y etc.
  8. REPETIR LA ACCIÓN CUANTAS VECES SEA NECESARIO —o lo que es lo mismo, junte sus pedazos para volver a encontrarse con una realidad mortífera, resuelta a medias y muchas veces  solo para la foto—. Si tiene la suerte de no ser precarizadx y su sueldo le permite un espacio terapéutico particular, analice junto a su analista la hermosa pregunta de ¿quiénes cuidan a lxs que cuidan? mientras se indigna y retuerce en la negación de lxs sujetxs (consultantes y trabajadorxs) que participan de ese protocolo, pero con la esperanza y la convicción de que ese cambio algún día llegará y las «palabras bonitas» serán potentes acciones.

Julieta Micozzi (Santa Fe, Argentina, 1983)

Psicóloga y Profesora de Psicología (UNR). Se  formó en DDHH, géneros, diversidad sexual, subjetividades,  políticas públicas y salud mental. Fue concurrente interdisciplinaria en Salud Mental (Secretaría de Salud pública de Rosario. 2017-2019). En su carácter de docente, participó de la materia “Cuerpo, subjetividad y Derechos” (Fac. Psicología UNR, 2018-2021) e impartió talleres, capacitaciones, jornadas, disertaciones, etc.  Trabajó en la coordinación y articulación del  “Plan de acción para la prevención y eliminación de la violencia y discriminación por razones de género en el ámbito de la U.N.R” (2019-2021). Publicó artículos como “Sexualidades y Salud Mental” (2018)  y “Representaciones de lxs Trabajadorxs de Salud respecto de lxs jóvenes involucradxs en situaciones de violencia en un barrio del Distrito Sur de la ciudad de Rosario” (2020). Co-fundó (a)vec-espacio terapéutico (Rosario), donde practica  el psicoanálisis con perspectiva de géneros y diversidad en vinculación con su militancia transfeminista desde una mirada interseccional, anticapacitista y anticuerdista.

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