CANCIÓN BAJO EL AGUA

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Fragmentos del último libro de la escritora europea. En esta tercera novela, Fatima Beltrán ha construido una historia de coral, con una guerra y un río como fondo de una historia impregnada de realismo mágico .


Mayo de 1939
El camino de regreso

A sus veintisiete años recién cumplidos, el oficial Eladio Ferlosio arrastraba las botas raídas por el arrinconado camino que le llevaba de vuelta a su pueblo natal como si de un anciano se tratase. Poco imaginaba en aquella sofocante mañana del mes de mayo que, más de media vida después y ya en su acuífero lecho de muerte, iba a recordar esa misma escena como el primer capítulo de su vida.

Regresaba a Uldielbo envuelto en un uniforme descosido a rasgaduras abiertas por el fuego enemigo; venía de perder todas las guerras. Colgando de su petate repicaban, al compás de sus zancadas, una taza metálica y un abollado puchero que le habían servido para calentar mendrugos con cebolla y agua en las noches más afortunadas, a lo largo y ancho de la incomprensible contienda que, hacía apenas un puñado de semanas, había tocado a su fin.

Eladio caminaba por inercia hacia el pequeño pueblo que había sido el de su origen sin él decidirlo y que, desde muchas lunas llenas atrás, se le antojaba ya como el único destino posible hacia el que encaminar sus pasos.

 En los últimos kilómetros de su particular odisea, aquel debilitado y envejecido Ulises se veía escoltado por una legión de impresionantes tejos que, como ciclópeos centinelas, custodiaban las pisadas que iba dejando impresas tras de sí en el tramo definitivo de su vuelta a casa. Por única compañía durante todo su vencido retorno al hogar, había llevado a pocos metros de distancia al enfurruñado fantasma de Teodoro Sacristán, un joven de casi su misma edad del bando enemigo al que había dado muerte con la primera de las balas que salió de su fusil el día que para él comenzó la guerra. 

Sabida era, hasta por los más imberbes reclutas de cada facción, la popular leyenda de que el espectro del primero de los soldados del bando contrario al que se liquidara acompañaría al infortunado superviviente durante el resto de sus días, como trofeo y castigo indeleble por la funesta hazaña cometida. 

Fue así como, en los albores de aquella descabellada lucha fratricida, Eladio y Teodoro unieron sus destinos, más allá del fungible devenir del uno y de la irreparable mortalidad del otro, para convertirse de esta retorcida manera en compañeros de fatigas y venturas. 

Teo Sacristán había sido en vida un mozalbete bajito y de enjutas formas, proveniente de una fecunda y creyente familia de labradores de tierras de Levante, que nunca supieron muy bien qué hacer con él dada su escasa corpulencia para abordar con el arado las faenas del campo. Su madre, doña Virtudes Escrivá imploró a los treinta y siete santos de cabecera que custodiaban su alcoba marital, entre cuentas de rosarios y cirios consumiéndose en cada una de sus plegarias, que el escuálido muchachito dirigiera sus pasos hacia el servicio a Dios y a su Iglesia, pero a Teodoro poco le interesaba la vida enclaustrada del seminario, entre lúgubres sotanas y fastidiosas homilías. Prefería los placeres terrenales más que las glorias del espíritu, así que, cumplidos los veintiún años, abandonó los estudios para cura y regresó a su añorado Catasset, a orillas del mar. Tenía el absoluto convencimiento de que era en su pueblo natal donde hallaría el goce y la auténtica motivación para sentirse vivo, y no emparedado entre los tabiques del vetusto Seminario en el que, por no oír más los repetitivos malos presagios de su devota madre respecto a su futuro como labriego dadas su escasa corpulencia, había accedido a ingresar, a pesar de su poca fe, a la temprana edad de trece años. Pensó, además, que al auspicio de la Santa Madre Iglesia podría poner en práctica su verdadera vocación, la de pintor, y dar rienda suelta, de esta manera, a su creatividad, emergente y febril, sirviéndose de materiales mejores y más nobles que de los que podía disponer en su modesta existencia de paisano.


CANCIÓN BAJO EL AGUA

Fátima Beltran Curto

“Un amor mágico, un sueño sin espejos y dos amigos separados por una desafortunada bala. Una saga familiar repleta de seres de buen corazón en busca de un mundo que se les escapa.”

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