
El proyecto de megafactorías para exportar carne porcina a China ha despertado la alarma en Argentina por una multiplicidad de motivos basados tanto en experiencias similares en el mundo, como en cuanto a la bibliografía científica que se reconoce. Impulsado por Cancillería, y los Ministerios de Agricultura y de Desarrollo Productivo, pero excluyendo directamente a los Ministerios de Ambiente y de Salud fue anunciado en julio y su derrotero estuvo plagado de oscuridades, celeridades y supuestos equívocos comunicacionales. Se presenta como un proyecto que buscará exportar 900 mil toneladas de carne porcina a China, mediante la generación de 25 megafactorías con 12500 madres cada una. Su objetivo, sin ninguna duda y reconocido por sus propios impulsores, se centra en la rápida obtención de dólares a partir de una inversión mixta de origen chino, a costa de la salud de los cuerpos y los territorios de nuestro país. La lista de problemas, riesgos y costos, es tan extensa como difícil de aceptar.
Por un lado, se sabe que este tipo de proyecto es susceptible de generar escenarios de zoonosis tal como el que estamos viviendo en la actualidad. Esa cantidad de animales, criados en dichas condiciones y sometidos al agregado de químicos y antibióticos genera un riesgo local, regional y global que no puede subestimarse. De hecho, la naturaleza misma del proyecto en gran medida fue dada a partir de la mortalidad masiva de animales producida por la peste porcina africana hace muy poco tiempo con este tipo de producción en China.
A su vez, la ganadería industrial utiliza muchos más antibióticos que la medicina humana, y la mayor parte que les dan a los animales terminan en el ambiente, en la medida en que estos animales excretan hasta el 90%. La utilización de antibióticos en la cría intensiva impacta negativamente en la salud animal y humana, entre otras cosas por la aparición de colonias de bacterias resistentes que se diseminan tanto en cursos de agua (superficiales y subterráneos) como en tierras generando un gran riesgo sanitario.
A su vez, los efectos ambientales que este tipo de megafactorías ha generado en casos similares como en Chile, México y España muestra a las claras que las contaminaciones de aire, agua y tierra son dramáticas, con contaminantes tales como amoníaco, nitritos, y nitratos. Las últimas décadas de Argentina ha mostrado la implementación de modelos que ha conllevado a contaminaciones en territorios y cuerpos en nuestro país y esto no haría más que agravarlo.
Del mismo modo, a pesar de que estas megafactorías entran bajo la promesa de fuentes de trabajo, se sabe que inciden fuertemente sobre otros productores y otras áreas de la producción. En este sentido se espera una incidencia directa sobre pequeños productores, como así también en áreas alternativas tales como el de los apicultores o el del turismo, entre tantos otros. A su vez, este tipo de emprendimiento en Argentina ha incentivado la migración de comunidades de las zonas rurales y los pequeños poblados a las grandes urbes. Estos procesos no hacen más que intensificar la marginación y la desigualdad social.
Este proyecto muestra un impresionante consumo de agua (a pesar que muchas de las zonas señaladas están atravesando escenarios de sequía). Del mismo modo, se espera que se extienda la denominada barrera agrícola a partir de que consumirán los animales soja y maíz, lo cual incrementará aún más la deforestación que ocurre en nuestro país. Cabe recordar que considerando los último treinta años, Argentina es uno de los 10 países del mundo que más ha depredado su territorio justamente para aumentar la producción de los commodities.
Por último, este proyecto involucra el maltrato animal que ya ha sido señalado por numerosos movimientos en el mundo que tiene consecuencias terribles tanto en términos éticos como en cuanto a la salud colectiva.
Por todo lo mencionado, es que urge abrir la discusión y presentar tanto las virtudes que puede tener este proyecto con riesgos y costos, a la vez que presentar otras formas de producción y no cerrar esta como la única opción posible. El momento es ahora.

Una respuesta
María del Carmen
Acuerdo total. En contra de ese proyecto por las razones explicadas y sobre todo xq ya hay decisión de instalar dos de esas megafactorías en Entre Ríos lo que significa afemás la contaminación del acuífero guaraní de los últimos reservorios de agua dulce.