Estoy leyendo un libro que me gusta mucho: A la salud de los muertos, de Vinciane Despret. No sólo trata de un tema absolutamente actual, que es desestimado de manera recurrente por la cultura dominante: nuestra relación con los muertos, sino que lo hace desde un abordaje metodológico que resulta crucial: acorde al objeto tratado e inspirador para encarar otros temas.
En cuanto a lo primero, encuentro una entrevista reciente donde la autora dice que se ha dedicado a estudiar a los animales y a los muertos porque constituyen dos tipos de existencia que suelen ser desestimadas, poco consideradas en su singularidad, marginadas ontológicamente. No puedo estar más de acuerdo y pienso, mientras la escucho, que en el ámbito político quizá sea el peronismo el movimiento que más ha sido desestimado e incomprendido. Es ahí donde pienso, en cuanto a lo segundo, que el método de abordaje de singularidades resulta crucial.
Escucho el discurso de Cristina donde dice que sólo los movimientos de mayorías populares, como el peronismo, pueden dar lugar a las minorías. Parece producirse una contradicción e inversión entre lo minoritario y lo mayoritario; pero si consideramos las cosas por fuera de la ideología dominante y sus valoraciones trascendentales, nos daremos cuenta que numéricamente tanto los muertos, como los animales, las plantas y todos los demás seres existentes son multitud, y que la forma humana es en realidad la minoría. Lo mismo se puede decir dentro del ámbito político: el peronismo y los movimientos nacional-populares constituyen la verdadera multitud, solo que recurrentemente son desestimados y minorizados desde el discurso y la racionalidad dominantes.
Cristina habla del peronismo y de la “alianza virtuosa” entre capital y trabajo producida a través del Estado mediador, que se pone del lado del más débil. Sin duda es una verdad simple y a la vez difícil de sostener que, desde miradas excesivamente intelectualizadas o moralistas, puede parecer simplista y errada; pero es real y efectiva. No obstante, el peronismo necesita desarrollar su método inmanente para pensarse, para dar cuenta de sí mismo con categorías propias. Si sus prácticas redistributivas no caben en la lógica lineal de la derecha, la izquierda y el centro, si traza una “tercera posición” que desacomoda las categorías políticas, es porque plantea cuestiones que toman cuerpo en el espacio social. Si lo pensamos en términos geométricos, no solo se sale de la línea, sino que pliega el plano social y muestra su corporalidad efectiva, el volumen que ocupa en el espacio.
Se trata también de trazar las múltiples historias y temporalidades que se entrelazan; ahí hay que encontrar el modo de implicarse singularmente. Como sugiere Despret, no hay que buscar explicaciones, hay que dejarse instruir: “Nos dejamos instruir aceptando que nos encontramos en el punto de conexión, o que somos el punto de pasaje entre dos órdenes de realidad diferentes. No hay aquí ninguna explicación. Hay solamente experimentación de sentidos que podrían volverse posibles. Digo sentidos -no significaciones- pero de los tropismos, es decir afectos que te imantan, fuerzas que te atraviesan y dirigen. Es una experimentación, una puesta a prueba. ¿Qué hago con esto? ¿Qué sentido me solicita? ¿Qué devenir le ofrezco? No se trata de explicar, sino de comprender, en el sentido de llevar consigo. Dejarse instruir. Hacer de una historia una matriz narrativa. Una máquina de hacer historias de una en una, una matriz de historias que se elaboran a partir de las precedentes y que, por este hecho, se conectan unas con otras no sobre un hilo, sino de manera tal que forman un tejido -lo que podríamos llamar escribir en tres dimensiones; cualquier punto de la trama puede dar nacimiento a una nueva dirección narrativa-.”
Por eso, el 17 de octubre para nosotros no es solo una fecha conmemorativa y nostálgica, entre la animalización del peronismo y tantos muertos olvidados por el discurso dominante, seguimos tramando historias y conversaciones, escribiendo en tres dimensiones la felicidad del pueblo por-venir.
Roque Farrán, Córdoba, 17 de octubre de 2021.
Roque Farrán nació en Córdoba en 1977. Publicó los libros Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo, 2014), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra/Palinodia, 2016), Nodaléctica. Un ejercicio de pensamiento materialista (La cebra, 2018), El uso de los saberes. Filosofía, psicoanálisis, política (Borde perdido, 2018; El diván negro, 2020), Leer, meditar, escribir. La práctica de la filosofía en pandemia (La cebra, 2020), Escribir, escuchar, transmitir. La práctica de la filosofía en pandemia y después (Doble Ciencia, 2020), La razón de los afectos. Populismo, feminismo, psicoanálisis (Prometeo, 2020); editó junto a E. Biset Ontologías política (Imago mundi, 2011), Teoría política. Perspectivas actuales en Argentina (Teseo, 2016), Estado. Perspectivas posfundacionales (Prometeo, 2017), Métodos. Aproximaciones a un campo problemático (Prometeo, 2018). Es Investigador Adjunto del Conicet, Doctor en filosofía y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de Córdoba, fue miembro del Comité Editorial de la Revistas Nombres, y lo es actualmente de Diferencias y Litura. Es miembro investigador del Programa de Estudios en Teoría Política (CIECS-Conicet) y dirige el grupo de Pensamiento Materialista en dicho Programa.
Mail: roquefarran@gmail.com
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