Se publicó el libro La lectura en la palabra, una escritura de lo real, del psicoanalista José León Slimobich, una edición revisada y reelaborada del Paradigma del Leer, promovida por la Escuela Abierta de Psicoanálisis y editada por Acercándonos Ediciones.
En una época en que la ciencia nos enrostra una locución sin sujeto llamada inteligencia artificial, el psicoanálisis nos propone leer en la palabra como un método que parecería más cercano a una mística que a una ciencia que avanza dejando fuera a la persona humana.
Los textos reunidos en este libro constituyen nuevos aportes al Paradigma del Leer y toman como base el exergo que se halla en el prefacio de la edición inglesa del Seminario XI de Lacan: “y aún cuando se haga confirmar por una jerarquía. ¿Qué jerarquía podría confirmarle como analista y darle ese certificado?(…) Repudio ese certificado: no soy un poeta, sino un poema. Y que se escribe, pese a que tiene aires de ser sujeto”.
El psicoanálisis también propone un artificio, tal como lo muestran estos textos, el saber hacer con la lengua. Allouch decía que el psicoanálisis es una forma del saber, mientras que Lacan le otorgaba la organización lógica de discurso. Ahora bien, introduciéndose en los textos de Freud y Lacan, José Slimobich ya en el año 1994 propone que “hay una lectura en la palabra si hay lector” y promovió el abordaje de la escritura hablante. Leer es invitar a conversar y bajo esos aires Slimobich nos muestra que como analistas “nuestro trabajo es traer desde allí, desde el verso olvidado, para que el sujeto devenga poema y no división, se aleje de la dialéctica del saber y la verdad, como guía de su acción”.
Esta práctica del leer nos muestra al psicoanálisis como un discurso que es parte de la cultura y por ello dialoga con otros discursos.
¿Acaso el análisis es el tiempo del progreso que nos impone el capital?, se pregunta Slimobich, que fue un activo lector de la realidad social. Estos textos mantuvieron el hilván entre allí y aquí, fruto de su exilio en España y de haber salido a las calles en ambas orillas para atrapar el pulso vivo del lenguaje. En estos tiempos la apuesta por el valor de la palabra parece fuera de tiempo o quizás rescata un tiempo que se nos escapa entre las manos. Fugaz e instantánea la lectura opera en ese sentido. José Slimobich nos dice: «Nuestro trabajo es traer desde allí, desde el verso olvidado, para que el sujeto devenga poema y no división, se aleje de la dialéctica del saber y la verdad, como guía de su acción». La época nos obliga a considerar estos escritos en su actualidad porque nuestros fantasmas se arrullan en los discursos contemporáneos pero provienen de otros rincones, así nos lo muestra Slimobich en muchos de estos textos, que le dan el marco teórico a la práctica de la lectura de lo real.
El lenguaje toca el cuerpo, por eso el psicoanálisis al igual que la política muestran como están distribuidos y conmovidos los cuerpos. Una gramática que afecta los cuerpos, los atraviesa. Lengua y política se entreveran en esa geografía que arma ese cuerpo del goce, una topología que expone que no hay ni dentro ni fuera, sino continuidad. Esa es la praxis que une las memorias olvidadas no como un hecho de rememoración sino de continuidad y repetición sobre la que trabaja el psicoanálisis. El tiempo marca nuestra palabra sin embargo la escritura se presenta en una hiancia, se escribe en el espacio, nudo borromeo que se escribe en una superficie dice Slimobich. No hay escritura sin palabras, ambas son simultáneas, pero no en el sentido de transcurrir al mismo tiempo sino en su aparición en el escenario de la palabra. Leer es un salto en el conocimiento y el analista lee lo que en cada uno habla.
Tomo la cita de Margarite Duras que dice que la escritura es lo desconocido, la escritura llega como el viento, esta desnuda, es la tinta, es lo escrito y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida. .. Una bella metáfora para pensar la lectura en la palabra como una praxis que constituye esa creación que recupera algo nuevo hasta entonces no hallado. Ahora bien, Slimobich rescata en estos textos, de una especie de olvido, un término poco señalado por el psicoanálisis en tanto tal, y es el término scriture, un término perdido en el epílogo del Seminario 11, que no se repite en los textos de Lacan y que nos obliga a continuar investigando sobre sus implicaciones.
Slimobich se pregunta ¿Por qué alguien se hace analista? Pero no conforme con dicha pregunta continuaba interrogando ¿y porque prosigue con esta tarea? Ese proseguir es una decisión.
El psicoanálisis es el reverso del fascismo, porque no hay lengua sin historia, y lo que ese fascismo revela es que hay un poder real que retorna, en esos pliegues donde la palabra no toca la cosa, supresión absoluta del deseo que nos conmueve como vivientes. Sujetado por el lenguaje el viviente muestra la articulación de lo subjetivo en lo social, de donde solo podría escapar replegándose en el autismo social. Borramiento del amor como la posibilidad del lazo con el otro. La memoria es el presente. Esta práctica que el psicoanálisis propone con la lectura en la palabra lejos de ser una profesión liberal que solo se recluye en el consultorio es una praxis politizada, no en el sentido usual del término que adquiere ribetes partidarios, sino con una política que no teme avanzar dialogando con otros discursos para recuperar lo histórico social, el lugar del sujeto en lo social y descubrir las tramas del dominio. La memoria es el presente y lo que se propone es una tarea ambiciosa, que pone en juego una ética que descubre las tramas del poder lejos de cualquier intención de adaptación y de cierre, porque no hay totalidad sino clínica del fragmento.
Casi como una profecía o un mal sueño José Slimobich proponía en el año 2021, en las Jornadas sobre Pandemia y Cuerpo, “esta idea de la solidaridad, de lo colectivo, también esta desapareciendo. Palabras como misericordia, caridad, magnanimidad ¿Quién las escucha? No existen más ¿Por qué? Porque han sido reemplazadas por las palabras del progresismo: igualdad, distribución, que son las palabras que fallan en su estructura al tratar de producir un efecto de realidad, un efecto real”…
Slimobich hace poesía de la palabra y como el trovador nos refleja una época que hoy se hace presente de la manera más cruel en las manifestaciones de rabia, de odio, de xenofobia extrema hacia los otros que son señalado, identificado y objeto de los abusos más variados.
Vivian Palmbaum es Psicoanalista miembra de la Escuela Abierta de Psicoanálisis www.letrahora.com
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