
“No sé escribir cuando algo me duele tanto”. El Che (Guevara) ha muerto a punta de fusil en Bolivia y Julio Cortázar dice que nunca será el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad, dice Cortázar, es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. Como si uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas, agregaría unos párrafos más adelante en esa carta dirigida a Adelaida y a Roberto Fernández Retamar.
Sin embargo, son tan sinceras las palabras de Cortázar en ese momento que, cargadas de dolor, angustia o tristeza, irrumpe el inconsciente para sostener su deseo: escribir. Y es que, entre esos precisos párrafos, aparece un oxímoron: si bien la escritura es la más banal de las artes (pegado a eso, o seguido a eso, o junto a eso en ese momento) también es una especie de refugio. Hacia ahí quiero ir, hacia ese refugio que es la escritura cuando el contexto golpea fuerte, como ahora.
Escribir sirve para darle sentido a la vida.
En el libro Literatura Infantil, Alejandro Zambra dice: “Los apellidos son prosa, los nombres poesía. Hay quienes se pasan la vida leyendo la novela irremediable del apellido. Pero en el nombre laten caprichos, intenciones, prejuicios, contingencias, emociones. Y suele ser la única obra que la madre y el padre escriben juntos”.
No sé si J y M fueron buenos o malos cumpliendo sus roles de padre y madre. Sé que hicieron lo que pudieron sin dejar de intentarlo. Ambos cumplieron años en este mes con cinco días de diferencia. Estas palabras, como las enviadas en el día de sus cumpleaños a la distancia, sirvieron para abrazarnos.
Escribir sirve para mantener a salvo al amor.
Peter Orner en su libro: Sigo sin saber de ti, transcribió y remarcó una entrevista que le hicieron a Gina Berriault unos años antes de que muriera, en la cual dijo lo siguiente sobre El Capote:
“Incluye una descripción del capote del protagonista, sobre cómo el viento se colaba por la parte de atrás del abrigo. No sé por qué esas oraciones me conmueven tanto, supongo que es la forma en que una visualiza como la tela se va desgastando sin que él se dé cuenta hasta que se vuelve tan raída que el frío lo sorprende por detrás. ¿No es esa la descripción perfecta de una vida?”.
Es el sentimiento que generó el texto de Gógol en Berriault (que la llevó a plantearse la pregunta que acabamos de leer) el que quiero resaltar: Intuyo, invento, fantaseo con que, mientras leía El Capote, Berriault tuvo que levantar la cabeza para oxigenarse –es lo que generan los buenos textos, nos quitan el aire–y, antes de retomarlo, empezó a escribir el suyo, casi sin saberlo, por instinto, porque el texto que estaba leyendo la atravesó por completo volviéndose físico. Escribió primero en su mente, después con el cuerpo, la brisa que sintió en su nuca.
Escribir sirve para sentir la brisa y respirar.
Somos las historias que leemos, las historias que recibimos heredadas, las historias que repetimos o inventamos las que nos hacen –a medias- quienes somos. Cortázar se avergonzaba de la eterna primera persona del singular porque hablaba de él y no de los otros (en referencia a la muerte del Che), pero, a veces, como le pasó a Berriault, a Zambra o al mismo Cortázar, es que, hablando de uno mismo y de su historia, se ve reflejada, como en un espejo, la vida los otros.
Escribir sirve para, entre otras cosas, salvarnos la vida (Leila Guerriero, Teoría de la gravedad).

Soy Nahuel Juárez, nací en Baradero pero vivo en Rosario desde el 2009. Estudio Periodismo y participo en el Taller Alma Maritano de escritura creativa coordinado por el escritor Pablo Colacrai.
En 2016 publiqué mi primer y único libro Sería ser, editado por Escritor de la Legua. En el 2019 formé parte de la Antología Literatura en Flor, Rosario.
He llegado a instancias finales del Premio Itaú Cuento Digital, categoría General (2019-2022). También fui premiado en el IV Certamen Literario Osvaldo Bayer “Historias de Malvinas” 2022.
Algunos de mis cuentos fueron publicados en revistas digitales y en la actualidad realizo colaboraciones en la Revista MU de Lavaca.


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