RIDICULIZAR LO REAL

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Las primeras reacciones frente a las noticias de la diseminación del virus y sus efectos fueron muy similares en general. Resultaba imposible pensar que esto iba a tener semejante dimensión. 

Frente a las imágenes y datos que luego fueron llegando encuentro significativo cómo los seres humanos, ante los acontecimientos inesperados (muertes, pérdidas, pestes), reaccionamos de la misma manera: negación. Freud describe el mecanismo de la renegación como un saber algo, pero no creerlo, desmentirlo y conducirse como si no se supiese. Es un mecanismo usado más frecuentemente de lo que imaginamos. En la vida personal nos conduce a la repetición sin fin de los mismos errores. En el plano social la renegación como factor de la política puede levantar el vuelo de la perversión y, por ejemplo, el fetiche de la mercancía, comandar el comportamiento social realizando venta de carne podrida en detrimento de la salud de las personas que es algo minimizado cuando estas quedan reducidas a meros objetos o consumidores; esto lo desarrolla de manera excelente Osvaldo Delgado. (1)

Las imágenes que nos llegan de España, Italia, son terribles. Gustavo Dessal, psicoanalista argentino que vive en Madrid desde hace más de tres décadas comenta que la situación en el país es de una tragedia sin precedentes y que lo que se refleja en la prensa y la televisión es sólo un tercio de lo que realmente se está viviendo. Las autoridades están siendo prudentes para informar calculando el impacto que podría tener sobre la población. 

Miquel Bassols señala que el virus es un real con ley ya que tiene su propia forma de difundirse, hospedarse, etc.; la pandemia es un real sin ley.

El concepto de lo real no es uno solo, pero es de utilidad para cernir lo que está ocurriendo. Lo real sin ley, lo real loco es aquello que no se puede predecir, pero nos asegura el impacto con algo que escapa al sentido.

El sistema capitalista tiene una forma novedosa de considerar y tratar lo real. El predominio de la ciencia y la técnica inciden en la subjetividad de una manera determinante. Efectos como la pulverización de la autoridad, fake news, ausencia de referencias, la inexistencia del Otro, sumergen al sujeto en un mundo de semblantes inconsistentes y equívocos donde ya no se sabe qué es verdad, qué está bien, y qué no. La desorientación, reina.

Invadidos por los semblantes como estamos, lo real puede resultar inverosímil, rechazado, renegado. Ayer lo recordaba la psicoanalista Nieves Soria en su Seminario “Mutaciones del parletre” cuando hacía referencia a los escritos sobre la pandemia de Giorgio Agamben y Paul B.  Preciado quienes desestiman lo real del virus que está matando a miles de personas. 

No se puede ridiculizar lo real, el virus no es una construcción discursiva. Impregnados por los semblantes y la realidad virtual, creemos que lo real es ridículo.

Françoise Leguil en su intervención en el curso «El lugar y el Lazo» (2) nos recuerda. Pueden intentarse muchas cosas con lo real: pretender desenmascararlo, huir, desafiarlo, pero nunca ridiculizarlo. «Ridiculizarlo es pecar contra lo real y, después de todo, si ya sabemos que lo real es sin ley, ¿quién puede decirnos que él carezca de orgullo?»

«No podemos ridiculizar lo real, hacerlo es un pecado, y aunque éste no cierra la puerta del reino de los cielos como el pecado contra el Espíritu, es peor aún. En efecto, aquí bajo, en la tierra, lo real nos lleva al igual que el diablo cuando pretendemos ridiculizarlo; se venga.»

Es lo que constatamos cuando un canalla como Jair Bolsonaro dice que “nada está pasando” y que todo se debe a “exageraciones”; se burla de lo real.

Cuando la mayoría de Estados Unidos va a cumplir entre tres y cuatro semanas de confinamiento y la principal preocupación de otro canalla como Donald Trump, es reabrir la economía cuanto antes. Se burla de lo real. El canalla, para el psicoanálisis, es el sujeto que descree del Otro (lugar de autoridad donde la palabra encuentra su validez) pero que va a querer ir a ocupar ese lugar con el fin de proclamar verdades y manipular así a los otros.

En lo particular, para los psicoanalistas, es la angustia el índice de lo real. No la desestimamos, no la queremos tapar, no la negamos, la respetamos, le hacemos lugar y le damos toda su dignidad porque es así que el acto del analista le restituye la decencia a la palabra de un sujeto y a la vida misma.

1. #Crónicas XXI-24 La renegación como factor político, Osvaldo Delgado
2. “El Lugar y el lazo” Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Paidós. 2013

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