sobre «regreso a las flores» de lucio vellucci / rocío velez

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Nadie está, aunque parezca estar, en el mundo.

Como cuando en el agua lisa y resplandeciente

cae una piedra que llena el aire con su eco.

Juan José Saer

En Regreso a las flores Lucio Vellucci nos sumerge en la intimidad de un personaje enigmático que parece estar huyendo de algo o alguien. El autor elige con astucia el recurso del diario personal –de la misma manera que Fiódor Dostoyevski supo elegirlo para Memorias del subsuelo– y, a través de este narrar cronológico nos introduce en el Delta. Precisamente a un punto negro entre los densos matorrales del olvido y lo oculto. Este punto se revela como una casa que, en el pasado, ocultó no solo al “abuelo” sino también sus sombras y secretos más profundos. Hoy, esa misma casa rodeada de juncos parece ocultar algo más: ¿los miedos del protagonista? ¿un orgullo despedazado? ¿dolores no sanados? ¿angustias insondables?

El protagonista teclea como quien respira para seguir con vida, nos convierte en testigos silenciosos de su pasado y su presente. Nos arrastra como la corriente y no podemos discernir si lo que más lo atormenta es el constante susurro del río que lo rodea o los recuerdos que lo persiguen incansablemente. Los fantasmas de su pasado asoman a cada momento, a veces tan sutiles como mojarras en el agua y otras tan terribles como un cardumen de palometas.

En la obra, también hay ciertos pasajes que nos remiten a la historia argentina, y podemos vislumbrar las sombras de la dictadura que se ciernen sobre la narrativa, condicionando la subjetividad del protagonista. Los miedos y las angustias de quien teclea día a día parecen ser el reflejo de una sociedad en donde siguen latentes las huellas de la opresión, la violencia y la represión. El diario, entonces, se convierte en un refugio, un lugar donde puede dar rienda suelta a sus pensamientos más íntimos y, tal vez, desenterrar un pasado que la historia oficial prefiere olvidar.

Por otro lado, el lenguaje poético que el autor despliega en Regreso a las flores se convierte en una de las herramientas más indicadas para afrontar la desesperación, construyendo y reconstruyendo imágenes que transcurren como escenas pictóricas, pero también sumamente sensoriales para el lector.

El río, omnipresente en la obra, se erige como una metáfora con múltiples facetas que captura la complejidad de la vida. En momentos de serenidad, reflexión y recuerdo, el río fluye suavemente a través de las páginas, como si estuviéramos escuchando un jazz tranquilo. Sin embargo, en otros momentos, el río se convierte en una fuerza tumultuosa, violenta e impredecible. El agua, antes apacible, se agita en una danza caótica que refleja los giros inesperados de la existencia.

La inundación y la humedad, son elementos simbólicos que impregnan toda la narrativa. Estos elementos son como el eco constante de los recuerdos que se infiltran en la mente del protagonista, recordándonos la persistencia de aquellos fantasmas, aquellos cuerpos del pasado. La humedad se adhiere a los rincones de la historia, creando en quienes leen una sensación de opresión y opacidad.

En el transcurso de la lectura, incesantemente, surgen preguntas: ¿es el acto de escapar una forma de buscar la soledad como medio para reencontrarse con uno mismo? ¿O es una decisión que, paradójicamente, nos atrapa más en nuestras propias redes? ¿Puede el río, con su fluir constante, actuar como filtro para purificar la podredumbre de un cuerpo que recuerda, o acaso enturbia aún más los recuerdos, convirtiéndolos en sombras inescrutables en el fondo del agua?

En pocas palabras, Regreso a las flores es una obra plagada de elementos narrativos, históricos, poéticos y culturales que, con arácnida maestría, logran sostener una obra que invita a la relectura, la reflexión profunda y que logra dejar atrapado al lector mucho después de haber terminado la novela.

Rocío Vélez (Buenos Aires, 1998) es profesora de Lengua y Literatura. Escribió para la revista Topía en 2020, participando también del ebook El año de la peste. En 2021 fue parte del taller de Jóvenes periodistas del Teatro Nacional Cervantes. Creó el blog Miradas desde la alcantarilla en el cual escribe, edita y diseña. Actualmente cursa la Especialización en Producción de Textos Críticos y Difusión Mediática de las Artes en la Universidad Nacional de las Artes.

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